miércoles, 16 de agosto de 2023

Cuando la maravilla no pudo ser televisada

 Cuando la maravilla no pudo ser televisada.



Cuando la maravilla no pudo ser televisada

 

A pesar de su aceptable castellano, el francés no encontraba la palabra adecuada para definir lo que conocemos como pendrive. Con un entusiasmo desbordante, me dijo: “Tienes que escuchar esto”, y me pasó el archivo.

–¿Te gusta la música soul?

–Sí –le contesté. 

Luego trató infructuosamente de resumir de qué se trataba el documental que me sugería mirar. “No hace falta, lo voy a ver”, le dije, con pasión contagiada.

Una vez en casa, me puse a verlo. Durante las casi dos horas que duró, no pude salir del asombro que me provocó la maravilla. “La maravilla”: así bauticé al festival de música que tuvo lugar en un parque de Harlem durante el verano de 1969. Durante seis semanas actuaron, entre otros, Nina Simone, B.B. King, Jesse Jackson, Abbey Lincoln, Max Roach, The 5th Dimension, Stevie Wonder, Moms Mabley, Ray Barreto y Hugh Masekela. El parque Harlem Mount Morris, ahora “Marcus Garvey Park”, fue el escenario natural donde se desplegó la desfachatez.

¿Pero cómo se le ocurre a esta gente reírse? ¿Cómo se le ocurre disfrutar de la música? Si hace poco mataron a uno de sus líderes, Martin Luther King Jr. Si parece que fue ayer nomás cuando no les permitían subir a los buses de los blancos. Y, encima, ¿cómo es posible que durante el festival no haya habido mayores problemas; que los pocos policías blancos presentes estuvieran cruzados de brazos, preguntándose: “¿Qué hacemos aquí? Si están los Panteras Negras encargados de la seguridad del evento y, en realidad, no pasa nada?”. ¿Cómo es posible? ¿Cómo fue posible que las 40 horas de grabación estuvieran guardadas durante cincuenta años en el baúl de un sótano? ¿Cómo fue posible? Alguien debió saber de la existencia de estos videos, algún productor quizás, pero habrá dicho: “Esto no vende, no le va a interesar a nadie”.

“Dame esto, que no se lo voy a vender a nadie pero se puede compartir”, habrá pensado Ahmir “Questlove” Thompson y, al ver que el material estaba potable, lo remasterizó y sintetizó en las casi dos horas en las que no sólo hay excelente música, sino también reportajes y arengas para cambiar la mirada del racismo, darla vuelta como una media y sentir, quizás por primera vez, orgullo de ser negro.

En una de las entrevistas a los concurrentes, el cronista pregunta: ¿Sabía usted que, mientras se desarrolla este festival, el Hombre llegó a la Luna? ¿Ah sí?, responde el entrevistado. Pero eso les va a interesar a los científicos y a sus familias. Esto que está pasando acá es más importante. ¡Que se ocupen de que la gente viva mejor acá, en la Tierra!

El festival se desarrolló en paralelo con Woodstock. El espíritu de Woodstock quedó en la memoria del imaginario popular como el hito que podría haber cambiado el desarrollo del mundo. Claro que le faltaba la pata de los negros: ¿cómo cambiaríamos el mundo sin ellos?

El título del documental es “Harlem Summer Festival”, pero el subtítulo le hace mejor honor al video: “O cuando la revolución no fue televisada”. Yo le agregué lo de la maravilla para sentir que, de alguna manera indirecta y remota, participé de esa explosión negra de buen gusto; aunque en el tiempo en que se desarrolló el festival estaba recién mudado a Lincoln desde El Triunfo, y fuimos a ver la llegada del Hombre a la Luna al Club Español que está frente a la plaza principal. El silencio que se produjo fue el más intenso que recuerde. Cómo iba a imaginar por entonces que, a miles de kilómetros de la Plaza Rivadavia, las mejores voces del gospel y los ritmos latinos de Mongo Santamaría, entre otras maravillas, se sucedían en un marco de fraternidad que no necesitó de los agentes del orden ni de los Panteras Negras

El documental se estrenó en 2021 en el Festival de Cine de Sundance y obtuvo el primer premio. El hecho de que el material fílmico estuviera guardado durante cincuenta años me hizo acordar a un registro sobre Haroldo Conti que, por razones de seguridad, se protegió en otro baúl hasta que pudo salir a la luz. El documental se titula: “El Retrato Postergado”.

¿Cuántas historias permanecen postergadas? No lo sé. 

Esas historias esperarán para ser contadas hasta que, por fin, la revolución pueda ser televisada.

Cuando le devolví el pendrive al francés, le agradecí con un abrazo sentido: “Gracias por compartir la maravilla”, le dije, entusiasmado.

–¿Te gustó? –me preguntó.

–¿Que si me gustó? ¡¡¡Horrores!!!

–“¿Horrores?” –preguntó, intrigado.

–Sí, es una expresión que decimos acá cuando algo nos gusta mucho.

–¡Qué locos están Ustedes! –remató.

–Ya lo creo –dije, y empecé a caminar por la vereda desierta imaginándome que lo hacía al ritmo de la orquesta de Mongo Santamaría.


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