Crónicas desde el lugar donde los andes doblan.
Ed Pareta.
Ushuaia es la ciudad en donde concluyen todos los
puntos cardinales. Una especie de Aleph cartográfico, esa es la sensación que
me invadió parado en la costanera mirando los barcos grises azulados teñidos
por el crepúsculo austral. El viento sopla en forma universal, se me ocurre un
viento definitivo.
Llegamos hasta el lugar donde los andes doblan.
Fuimos con Noemí por una epifanía. Un día tomando un trago en un bar de Palermo
en el verano, dijo sin más: ¿Y si vamos a Ushuaia? o tal vez, obedeciendo a el
mandato turístico que dice: Alguna vez en la vida tenés que ir, pasa otro tanto
con las cataratas del Iguazú.
Bajamos al aeropuerto nuevo, el imaginario me
indicaba que era complicado llegar, mandaban a los pilotos más experimentados,
pero luego me enteré que eso pasaba con la pista antigua que era realmente
difícil y siempre azotada por vientos cruzados. Cuando estábamos por aterrizar,
Noemí vio desde el avión una ballena con
su cría en el canal de Beagle, gritó eufórica pero el resto del pasaje no dio
crédito por aquello de que: “Sí no lo veo no lo creo”.
La ciudad es sindicada como la más austral del mundo
aunque y debido a una argucia burocrática; Puerto Williams en Chile sería la
ciudad más austral debido a una modificación que hicieron en la tipificación
poblacional en Chile.
Los pueblos, como escribió Haroldo Conti en uno de
sus cuentos, están formados por distintas capas y las capas viejas afloran en
las nuevas agrego. A veces, dichas capas aparecen como
referencias históricas y otras tantas, como simples mercadeo turístico: “Venga
a la cárcel más austral” Dice un joven con traje a rayas y un cartel sándwich
en el centro de la ciudad: ¿Quién quiere ir a la cárcel? Me pregunté. Claro que
a esta cárcel me interesa ir, tiene una rica historia de anarquistas y presos
que por su peligrosidad o por sus características; los mandaban hasta el mismo
confín del mundo y esto la hace interesante. En una pared lateral, hay una foto
de la banda de música del penal y se lo ve al petiso orejudo tocando el bombo.
La cárcel Funcionó hasta el año 1947 y el museo
desde 1995.
En una vidriera de un coqueto negocio en las cuadras
del centro, exhiben para ser vendidas, réplicas de las máscaras de la etnia
Selk nam. Los vocablos que forman la palabra Ushuaia, son de origen Yagán y quieren decir
algo así como Bahía del fondo.
Las casas típicas con
techo a dos aguas con un revestimiento de chapa, son muy coloridas y a pesar de
que la ciudad se convirtió en un centro turístico con imponentes hoteles, mantiene
el espíritu de la aldea que fue.
Las distintas capas
también la constituyen las lenguas que se hablan. Caminando por sus calles se puede escuchar inglés, francés,
hebreo, portugués, alemán, etc.
Motivaciones diversas hacen que este lugar geográfico sea el elegido
para hacer base o bien, quedarse a descubrir los alrededores. Los que planean
una excursión antártica, toman este punto como el de partida.
El clima de Ushuaia tiene influencia antártica dijo
el guía en una excursión que hicimos con Noemí, miré hacia el sur, más abajo
está el continente helado; sentí chuchos de frío. La temperatura promedio anual es de 5 grados por lo cual, van a ver que
los árboles que tira el viento, se mantienen por muchos años igual, imaginen
que es una gran heladera; concluyó el guía mientras remábamos por el canal
de Beagle. Tuve el impulso de pellizcarme para saber que eso era real, que
estaba ahí.
Lo que más nos inquietó, es que al oriente de la
isla grande se encuentra la península Mitre. La guía de turismo nos comentó que
es un territorio que forma parte del 2 % del territorio mundial inexplorado.
Sólo viven ahí, dos personas en forma permanente. El clima en esa parte es muy
extremo y me imaginé los barcos llegando por primera vez incluido a Darwin
navegando en la nave llamada Beagle. En el límite de la península; hay retenes
de gendarmería que alertan a quien quiera meterse en ese territorio, que no
tendrá servicios de ningún tipo y que cada quien, se debe hacer responsable por
su suerte. No tuvimos la oportunidad de conocerla, quedará para otro viaje que,
como dice un refrán de la zona: “Si probas el calafate, un día volverás” y nosotros lo probamos.