lunes, 26 de septiembre de 2022


 

Beneficios indirectos de la poda.

Ed Pareta

 

Esa mañana de septiembre, el hombre mediante una ceremonia íntima dio por inaugurada la temporada de reposera en la terraza. Era una mañana fresca de primavera y el sol vislumbraba  su potencia  por encima de los edificios de la avenida.

Preparó el mate y subió por la escalera externa, los pájaros hacía rato que cantaban, en esta época del año hay luz desde temprano pensó el hombre. Fijaba la vista observando a las aves que se posaban en el pino de la casa vecina y se podía quedar largo tiempo en ese estado. Ese árbol tiene como cien años a ojo de buen cubero, pensaba siempre que miraba en esa dirección.

Pero aquella mañana algo alteró su tranquilidad, primero fue un ruido que le hizo acordar a cuando se arrancaban los autos con una manivela, a los pocos minutos vio una escalera alta posarse en el pino, un hombre subió y en pocos segundos se montó el teatro de operaciones del desastre.
Iban a podarlo. Otro hombre desde abajo daba las instrucciones y le tiraba al que estaba en la escalera correas como de cortina.

El hombre tuvo el impulso de pararse y decir que paren con aquello, pero luego pensó que nada podía hacer. Es un terreno privado y la decisión es de la propietaria.

Se sentó resignado, el ruido de la motosierra había invadido la calma matinal. Las ramas caían en cámara lenta, como última y desesperada resistencia.

 Al cabo de unos minutos, el hombre bajó molesto a escuchar radio en la planta baja, no quiso ser testigo de semejante mutilación.

A la mañana siguiente, subió con el mate aprontado y se sentó en la reposera, vio como había quedado el árbol y esbozó una sonrisa; le hizo acordar a los cortes de pelo masculinos  que usan los jugadores de fútbol.

 Esta vez, no hubo sorpresas desagradables, todo se mantuvo en calma.

Cuando posó la vista adonde estaban los nidos de palomas, notó que no había ramas y quedaba a la vista una nueva porción del cielo. Descubrió algunos edificios que antes no podía ver.

De pronto, en el horizonte, vio aproximarse un avión, luego otro y así.

Podía seguir la línea de aproximación de las aeronaves que bajan hacia  el aeroparque. Esta imagen le devolvió la calma porque no hay nada más tranquilizador  que un avión que aterriza.

Beneficios indirectos de la poda, pensó.