miércoles, 16 de agosto de 2023

Cuando la maravilla no pudo ser televisada

 Cuando la maravilla no pudo ser televisada.



A pesar de su aceptable castellano, el francés no encontró la palabra adecuada para definir lo que conocemos como pen drive. Con un entusiasmo desbordante me dijo: Tienes que escuchar esto y me alcanzó el archivo: ¿Te gusta la música soul? Sí - le contesté. Luego, trató infructuosamente de resumir de qué se trataba el documental que me sugería que viera. No hace falta, lo voy a ver - dije con pasión contagiada.

Una vez en casa, me puse a verlo. Durante las casi dos horas que dura el mismo, no pude salir del asombro que me provocó la maravilla.

La maravilla, así la bauticé cuando lo ví, es un festival de música que se desarrolló en un parque de Harlem durante el verano de 1969. Durante seis semanas, actuaron entre otros; Nina Simone, BB King, Jesse Jackson, Abbey Lincoln, Max Roach, The 5th Dimension, Stevie Wonder, Moms Mabley, Ray Barreto, Hugh Masekela.  

El parque Harlem Mount Morris (ahora: Marcus Garvey Park) fue el escenario natural donde se desplegó la desfachatez.

¿Pero cómo se le ocurre a esta gente reírse? .¿Cómo se le ocurre disfrutar de la música? ¿Sí hace poco mataron a uno de sus líderes: Martin Luther King Jr?¿Sí parece que fue ayer nomás cuando no le permitían subir a los buses de los blancos? y encima: ¿Cómo es posible que durante el festival no hubo mayores problemas? que los pocos policías blancos que había, estaban cruzados de brazos preguntando ¿Qué hacemos aquí? si están “Los Panteras Negras” cuidando la seguridad del evento y en realidad, no pasa nada. ¿Cómo es posible? ¿Cómo fue posible que las 40 horas de grabación estuvieron durante cincuenta años guardadas en un baúl de un sótano? ¿Cómo fue posible? Alguien supo de la existencia de estos videos, algún productor quizás, pero habría dicho: esto no vende, no le va a interesar a nadie.

Dame esto que no se lo voy a vender a nadie pero se puede compartir, habrá pensado Ahmir “Questlove”Thompson y, al ver que el material estaba potable, lo remasterizó y sintetizó en las casi dos horas en las cuales, no sólo hay excelente música, también hay reportajes y arengas para cambiar la mirada del racismo, darla vuelta como una media y sentir, quizás por primera vez: orgullo de ser negro.

En una de las entrevistas a los concurrentes, el cronista le pregunta a una persona: ¿Sabía Ud que el hombre llegó a la luna mientras se desarrolla este festival? ¿Ah Sí? pero eso le va a interesar a los científicos y a su familia. Esto que está pasando acá es más importante, que se ocupen de que la gente viva mejor acá en la tierra - contestó.

El festival se desarrolló en paralelo con Woodstock, Para el imaginario popular, el espiritu de Woodstock quedó en la memoria como el hito que podría haber cambiado el desarrollo del mundo, claro que le faltaba la pata de los negros ¿Como cambiaríamos el mundo sin ellos?


El título del documental es: “Harlem summer festival", pero el subtítulo le hace más honor al video: “O cuando la revolución no fue televisada”. Yo le agregué lo de la maravilla para sentir que de alguna manera indirecta y remota, participé de esa explosión negra de buen gusto, aunque en el tiempo en que se desarrolló el festival, estaba recién mudado a Lincoln desde El Triunfo y fuimos a ver la llegada del hombre a la luna al Club Español que está frente a la plaza principal.

El silencio que se produjo fue el más intenso que recuerde. Cómo iba a imaginar por entonces que a muchos kilómetros de la Plaza Rivadavia, las mejores voces del Góspel, los ritmos latinos de Mongo Santamaría, entre otras maravillas, se sucedían en un marco de fraternidad que no necesitó de los agentes del orden ni de los Panteras negra para que la cosa no se vaya de la madre África.

El documental se estrenó en 2021 en el Sundance festival  (de cine) y obtuvo el primer premio.

El hecho de que el material fílmico estuvo guardado durante cincuenta años, me hizo acordar a un material sobre Haroldo Conti que se protegió por razones de seguridad en otro baúl hasta que pudo salir a la luz; el documental se titula: “El Retrato postergado”

¿Cuántas historias permanecen postergadas? no lo sé. 

Esas historias, esperan para ser contadas hasta que por fin, la revolución pueda ser televisada.


lunes, 24 de julio de 2023

El Jazz en la prisión.

 El Jazz en la prisión.

  Ed Pareta


En un tiempo que no tiene correlato con nuestro tiempo y nuestra dimensión, se llevó a cabo la lectura de la sentencia de un juicio tan inocuo como absurdo. Los acusados no eran personas, era un estilo de música y el juicio tenía carácter retrospectivo. Fueron a escuchar el veredicto, personalidades en representación, no tenían la obligación de hacerlo. 

El juicio lo llevó adelante una comisión de notables integrada por miembros de distintas religiones que tuvieron relevancia en nuestra dimensión. Se abstuvieron de participar los miembros de religiones politeístas.

El acusado era el jazz, como expresión universal, material e inmaterial de la humanidad. La acusación se basaba en supuestas transgresiones del código de ética y moral ciudadana.

El comité acusador, denominado C.E.R.D.O.S (Comisión Eterna de Regulación del Orden y la Sanación) estuvo formado por seis numerarios vestidos con una túnica de color blanco Túnez y pelucas blancas y enruladas.

En representación del jazz se presentaron las siguientes personas: Louis Armstrong que estaba aburrido y bajó al recinto, René Matheu ex director de la Unesco, entidad que declaró  día internacional del jazz al 30 de abril y Billie Holliday que no pierde oportunidad para agradecerle a “Satchmo” que le salvó la vida cuando era joven. Por cortesía del “Cielo de los argentinos” vino Carlos Gardel para solidarizarse con los futuros condenados.

El recinto era blanco, color que fue elegido para simbolizar la pureza de la justicia. Los muebles eran  efímeros y estaban delineados por gases inocuos.

Cuando Billie y Louis se encontraron, se dieron un abrazo eterno y comenzaron a contar anécdotas y a reírse en forma escandalosa, René también se reía pero mantenía el recato que su investidura le imponía.  Carlitos sonrió con la sonrisa de coté que lo caracteriza mientras se acomodaba el sombrero.

Como era de esperar, los representantes del jazz fueron llamados al orden lo cual produjo más hilaridad.

El encuentro entre Carlitos y Louis fue para alquilar ingrávidos balcones.

- Un gusto conocerlo - le dijo el trompetista al zorzal

- El gusto es mío.

- ¿Sabe que grabé "El Choclo”

- Claro hombre y me gusta mucho la versión.

- Es que las músicas populares tienen mucho en común

- Ya lo creo. Usted tocó en Buenos Aires en 1957

- Claro, como olvidarlo, Pero…Usted

- Acá uno se entera de todo.

- Ya veo

- Fue una experiencia inolvidable, la gente se tiraba encima, no me podía bajar del avión, fue una locura.

- El público argentino es uno de los más cálidos pero también es muy exigente.

- ¿Le conté que terminamos en una comisaría?

- No, ¿Cómo es eso?

- Resulta que me invitaron a almorzar en una casa de familia y en la sobremesa nos pusimos a tocar, un vecino hizo una denuncia por ruidos molestos y vino la policía y nos llevaron a la seccional, después, hasta los policías me pidieron autógrafos

- Gente molesta hay en todos lados.

- Sepa Usted que yo seguí toda su carrera artística con interés

- Gracias y yo la suya

- Cuénteme de su encuentro con Piazzolla

- Ah, eso fue muy loco. Resulta que el papá de Piazzolla era conocido de mi arreglador y me quiso homenajear con una pequeña talla de madera hecha por él y lo mandó al pibe a entregarlo. Fue mi guía y traductor por unos días en  Nueva York, luego, hizo un papel chiquito en la película “El día que me quieras” quien iba a pensar que se convertiría en un músico de trascendencia internacional.

- Que historia alucinante.

- Yo escucho todo a través de Skytify, a Usted, a Piazzolla, a Troilo.

- A Troilo lo conocí cuando toqué en el Opera.

- ¿En serio?

- Sí, nos dimos un abrazo como si nos conociéramos de toda la vida

- Es un fuera de serie el gordo, yo lo veo a veces en “el cielo de los argentinos”

- ¿Cuál es el cielo de los argentinos?

- Ah, es algo muy copado, después skyleelo

- Totalmente, el tiempo es lo que sobra acá

- Sí señor

- Estos payasos están por leer la condena, yo vine para divertirme un rato.

- Sí, claro, a quien se le ocurre hacer algo semejante, yo vine porque quise  conocerlo personalmente, a Usted y a Billie.

- Bueno, qué honor Carlitos, yo no sabía que Usted vendría. Fué una agradable sorpresa.

Se dieron un largo y sentido abrazo mientras apareció una persona entogada y con voz de circunstancia dijo:

Señoras y señores. A continuación será leído el fallo del superior tribunal de los Cerdos que velan por el buen gusto y las buenas costumbres.  En esta dimensión y en todas las dimensiones que el supremo dios de las respectivas órdenes religiosas crearon para transitar y perdurar en la luz y no caer en las desviaciones de la oscuridad del alma humana. Será este un veredicto simbólico que no prevé un cumplimiento efectivo por persona vaporosa alguna. El mismo, establecerá las bases para un futuro entendimiento de la humanidad sobre bases sanas y virtuosas para la eternidad.

El juez principal golpeó un martillo de humo símil madera sobre una base gaseosa constituída por flatulencias, lo cual, le daba mayor densidad para que el golpe fuera contundente.

Este tribunal constituído por representantes de diversas creencias monoteístas, se constituyó para juzgar al jazz por los delitos que se detallan a continuación, a saber: Exceso de libertad según lo previsto en el artículo 3540 inciso 19,  Asociación ilícita previsto en el artículo 3541 incisos 12 y 13. Prácticas explícitas de integración racial contemplada en el artículo 3542. Apología del sexo libre contemplado en el artículo 69. Uso y abuso de la creatividad contemplado en el artículo 3543 inciso 25. Uso y abuso de la improvisación contemplado en el artículo 3544. A la pena de silencio reparador y contemplativo por el resto de los tiempos. Archívese y comuniquese y establézcase como jurisprudencia.



Los miembros del tribunal se levantaron sacudiendo papeles virtuales y se fueron mutis por el foro. Los acusados explotaron en una carcajada homérica e hicieron cortes de manga y sendos fuck you.

Billie improvisó un scat sobre la armonía de New Orleans

Louis y Carlos la acompañaron con palmas.

- Don Carlos ¿En el cielo de los argentinos hay hierba?

- Somos fabricantes

- Me voy a dar una vuelta entonces

- Venga cuando quiera, le voy a presentar a Fontanarrosa a Usted le va a encantar

- Hecho.



Se fueron cada uno por su lado confirmando lo que en otra dimensión había afirmado Frank Zappa: “Los científicos argumentan que, debido a su abundancia, el hidrógeno es el bloque básico con el cual el universo está constituído. Estoy en desacuerdo. Pienso que hay mucha más estupidez que hidrógeno”

 


domingo, 2 de julio de 2023

Julio Sosa

 Julio Sosa.



Si es cierto que minutos antes de la muerte se suceden imágenes como en una película; esa madrugada de noviembre, el “varón del tango” vió una de las últimas actuaciones en un pueblo que no recordaba su nombre. 

El arreglo de “El último café” le parecía moderno y le gustaba mucho, pero al pueblo, por razones de costo, no llevaron al coro y al flautista. Se había acostumbrado a esa sonoridad y esa noche echó de menos sendos timbres, le faltaba algo. Lo miró de reojo a Leopoldo como pidiéndole algo que no podría darle en ese momento.

Quiso retener en ese racconto la pieza que había grabado recientemente pero él no era el editor de esa película que viró hacia la infancia en Las Piedras.

El DKW Fissore rojo se estrelló en el semáforo de la Avenida Figueroa Alcorta después de compartir una cena con amigos en la cual se animó a cantar, no lo hacía en reuniones de amigos.

En esa actuación del pueblo que Julio Sosa no recordaba el nombre, un niño de cuatro años paró sus orejas y abrió sus ojos, una energía apabullante que venía del palco lo conmovió, el niño no sabía que esa sería la primera pincelada de la memoria que recordaría cuando quería indagar, muchos años después, de dónde le venía el gusto por la música.

Los padres del niño tenían la concesión de la cantina del club Caset de El Triunfo. El niño veía al señor que cantaba y le parecía que era su papá, porque la radio acompañaba durante muchas  horas la vida familiar y esa música le resultaba conocida. Reconocía algunas palabras que coincidían con las que su padre canturreaba por encima del cantante: “...Mientras tanto que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros…”  ¿le cantaba a El Triunfo? ¿se refería al pueblo?

Era el año 1964. Estaba naciendo un grupo musical que haría historia: Pink Floyd y Los Beatles se consolidaron como la banda de mayor éxito en EEUU.

Ese niño era yo.


 



jueves, 29 de junio de 2023

Corrientes, esquina Barboza.

 Corrientes esquina Barboza.



En tiempos en que no existía el autotune y el sindicato de músicos defendía a los afiliados; tomé un trabajo de medio día en el sindicato de músicos, mi profesor de trompeta: Rubén Barbieri, era el secretario general del sindicato y me ofreció cobrar las cuotas de afiliación. Tenía que ir a los domicilios de los músicos, esto me interesó porque conocería a muchos colegas.

La zona de la capital la dividieron en dos partes; una la tomó Rubén Vladimisky, un buscavida en todo el sentido del término y la otra quedó para mí..

Me entregaron un listado y comencé a patear mi zona de influencia. Entre los nombres que figuraban en la lista; se encontraba Raúl Barboza; voy a conocer a Barboza me decía mientras caminaba con la fuerza de un chamamé resoplado por un toro las veredas atiborradas del microcentro.

La zona que abarca Corrientes desde el obelisco hasta el bajo, se me ocurre optimista durante las horas del día ¿será por el empuje de la gente de negocios que pululan el microcentro? En cambio, a la noche, ese optimismo se convierte en misterio: show y misterio, dado los teatros y míticas pizzerías que completan un programa redondo de salida nocturna.

Mi optimismo diurno consistía por entonces en cobrar la cuota y conocerlo personalmente a Raúl Barboza,  luego de muchos intentos sin resultado positivo luego de tocar el portero eléctrico revisando minuciosamente los datos consignados en el papel, un día, se me ocurrió preguntar en el quiosco de revistas que se encontraba justo debajo de la casa del acordeonista.

No, el señor Barboza está en París y no sé cuando vuelve, a mí me suspendió el diario hasta nuevo aviso.

me fui caminando a la hora en que la luz empieza a difuminarse y determina una lenta  transición entre el optimismo y el misterio. 

Mañana será otro día.


jueves, 22 de junio de 2023

Marrón

 

Marrón.

 

Un amigo, que al poco tiempo se convirtió en ex amigo, un día me dijo: Se está por jubilar el profe de trompeta en la escuela de suboficiales de campo de mayo ¿te interesa? Podría ser, no estoy llegando a fin de mes ahora así que lo pienso y te digo. Quieren poner profesores civiles que tengan título habilitante. Bueno, doy con ese requisito – le dije.

Luego de un pre ocupacional bastante completo, entré a trabajar en el ejército argentino como docente civil. La duda que me invadía era: ¿con que ejército me encontraría? ¿Con el de San Martín/ Belgrano o con un cuerpo que mantiene rezagos del ejército de la última dictadura? Posiblemente, me encontraría con algo parecido a la última opción, pero con algunos valores incorporados como el apego a las instituciones democráticas y sin expectativas de una aventura golpista. Pero ¿Cómo sería la vida laboral compartiendo con militares y civiles? ¿Habrá modificado algo la conducta del personal los cursos de derechos humanos que se dictaron en las instituciones? Pronto lo sabría.

El primer día de trabajo, luego de caminar los 600 metros desde la estación Lemos del ferrocarril Urquiza hasta el portón principal de Campo de Mayo me acordé de la máxima pragmática que había regido buena parte de mi vida laboral: “de algo hay que vivir” tragué saliva y redoblé el paso.

Una vez traspasado el control de la entrada, hay que caminar unos 400 metros hasta la escuela. Pude comprobar de manera rápida aquella frase que se dice en los cuarteles: “Todo lo que se mueve se saluda y lo que está quieto se pinta de blanco”. Todos los cordones de las calles asfaltadas que tienen nombre de próceres, están pintadas hace cinco minutos.

Un día, en esa caminata, noté que el personal militar me miraba mal, se acercó alguien y me dijo: Cuando se iza la bandera a la mañana todo el personal debe quedarse quieto en el lugar. Perdón, no lo sabía. El consejo del soldado fue de manera amable y a partir de ese momento adopté esa norma. Otra comprobación es que la vida activa en el ejército comienza muy temprano en la mañana; esto lo dejó en una frase otro militar célebre refiriéndose a la vida en los cuarteles: “Al pedo pero temprano” (Juan Domingo Perón)

Los días de invierno, a la hora de entrada, es de noche aún, en el trayecto de la puerta hasta la escuela, tenía que esquivar a los pelotones que venían marchando con el pregonero y el coro que responde, no los veía pero escuchaba algo así como una estampida de sonido que se acercaba, me corría a un costado y veía pasar esa energía tempranera. A los pocos metros, otro pelotón. Las mañanas en que había niebla, realmente no se veía nada, solo el sonido me ubicaba en tiempo y espacio.

Las dudas que me asaltaban al principio se disiparon a medias, por un lado, me encontré con un ámbito en el cual se podía interactuar con el personal militar y discutir de casi todo, de política, de la ley del aborto que se estaba tratando por esos días, pero por otro lado, persistía la concepción de una cierta división de clases que en el ejército se salda por la jerarquía de la tira, a mayor cantidad de estrellas, se le corresponde más obediencia y sumisión. Lo que sí me llamó la atención es que casi la totalidad de los aspirantes, son descendientes de pueblos originarios y esto genera otra división, a saber: los marrones y los blancos. A estos últimos, los bauticé: supremacistas blancos de cabotaje (SBC) estos personajes, en la primera de cambio, sacan  a relucir su estigmatización y prejuicio hacia las poblaciones marrones. Esto cruza a todos, pero; si un marrón tiene “tira” ya no es sumiso y esclavo y se le rinde pleitesía.

Entre los SBC, se encontraba mi ex amigo, en un trabajo que compartimos en el ámbito civil, me hizo una muy fea y nos peleamos y nunca más lo volví a saludar. Como me gusta rebautizar a los trabajos y a las personas, lo caractericé como un psicópata.

La pelea con el psicópata, fue la excusa para dejar de frecuentar la sala de profesores. Ya no aguantaba los chistes racistas del tipo: “Che acá no hay ningún rubio eh” no podía soportar tal acto de discriminación sin decir nada o mandarlos al carajo. El problema, es que muchas veces en esos chistes estaba involucrada la mayor, autoridad militar de la escuela de banda del ejército. Si decía algo, era ir en contra de la máxima “chapa” de la escuela y eso tendría consecuencias. Opté por irme de ahí y pasar el recreo en las calles asfaltadas del inmenso predio de campo de mayo, avistando teros, pájaros carpinteros que cada tanto, destrozaban los espejos de los autos estacionados en el playón, supongo que al mirarse en el espejo no lo soportaban, ¿querrían ser como los teros?

De esa experiencia, lo mejor que me llevé es haber charlado mucho con los chicos y chicas, los relatos de sus respectivas tierras. En esas conversaciones, comprendí que muchos de ellos no tienen una real vocación de integrar el ejército y en muchos casos, es una salida laboral porque, como me contaron ellos, en las provincias no tienen posibilidad de trabajo formal.

Respetuosos hasta el paroxismo, por dos motivos, porque por lo general son humildes  y porque ahí los conminan a ser educados y nunca contradecir a los superiores, en ese rango de superiores, entrabamos los profesores civiles, había momentos en los cuales me molestaba tanta cordialidad.

Mientras les impartía instrucciones para que logren la flexibilidad, la resistencia y el registro, les sonsacaba relatos que me interesaban; como por ejemplo, como obtener agua sin tener más elementos que un film plástico. Cuando hacían los cursos de supervivencia; aprendían esas cosas que me parecen útiles para la vida, aunque es improbable que me encuentre alguna vez en una situación de supervivencia;  hay cosas que es mejor saberlas.

Un alumno me dijo que era de Casabindo, ese nombre me llevó directamente a los relatos de Héctor Tizón, me contó lo que le trasmitió su abuelo en relación a un cerro que tiene poderes y según como se manifiestan los truenos o los sonidos que generan ecos en las cumbres, serán los acontecimientos por venir; una suerte de oráculo natural. Este mismo aspirante me contó que con el ejército asistían a la escuela que está arriba en los cerros y sólo se llega a lomo de mula, los días patrios, les llevaban el rancho para hacer chocolate caliente. También me contó del único toreo que queda en el país: el toreo de la vincha que consiste en quitarle una vincha que se le pone al toro, el animal no sale lastimado. El acto es una ofrenda anual que se le hace a la virgen María.

En los cuarteles, se llaman por los apellidos, nunca por el nombre de pila, Yo trasgredí esa costumbre y los llamaba por su primer nombre, no es que me sintiera un revolucionario por eso pero me hacía sentir mejor. El tema de los apellidos también era motivo de sorna de los SBC:  che ¿acá no hay ningún Johnson eh? Son todos Quispe, Mamani, Vilca. Se reían de esa ocurrencia  ¿De qué se reían?

Conforme pasaba el tiempo en el trabajo, me acercaba a los alumnos y me alejaba de mis colegas. Los chicos me devolvían una frescura que me alimentaba el espíritu, en cambio, los profesores me mostraban una rancia xenofobia que atrasa.

En los tiempos de la pandemia, las clases se hicieron virtuales, los aspirantes estaban en sus respectivas casas en las provincias y comenzaba la ronda pidiéndoles un reporte del clima en sus lugares, a través de las cámaras, veía por caso; el cielo plomizo en Comodoro Rivadavia  y un día luminoso en Salta.  Tenía una visión federal de este inmenso país que es la Argentina.

Un año, vino a la escuela un aspirante mendocino a segundo año, o sea, el año en que egresan y pasan a formar parte de una banda de algún cuartel, según la calificación, tienen la facultad de elegir el destino; a mayor nota, más posibilidad.

Este aspirante tenía el don de la voz, contaba con un registro de tenor y cantaba folclore, tenía un grupo en su pueblo. Los superiores lo llamaban para animar cualquier evento en el cuartel y ocasionalmente, lo invitaban a cantar a la banda que funciona en un edificio contiguo al de la escuela. Cuando se generaban guitarreadas en el trabajo participaba este aspirante como centro de la reunión, me hacía acordar a las películas argentinas durante el período de la dictadura en las cuales, había un soldado despistado pero que tenía algún don para compartir con los camaradas, los personajes que caracterizaban Carlitos Russo o Mario Sánchez  son un ejemplo de esto.

“Es más fácil desarmar un átomo que un preconcepto” decía Einstein. Hay concepciones que tardan en desarmarse, sobre todo, cuando la historia fue contada, como siempre pasa, por el conquistador.

El término marrón lo escuché por primera vez, al ver un documental en el cual, se reivindica a la población que no es ni negra ni blanca ni amarilla: es marrón.

Mi paso por ese trabajo me ayudó a comprender y a saber esperar por los cambios profundos que deberían producirse en una sociedad. ¿Qué hubiera pasado si el estado argentino se fundaba en base a una tolerancia entre las distintas naciones? ¿Los descendientes de los pueblos originarios se sentirían integrados y no bajarían la cabeza al mirar? Es contra fáctico pensarlo. Es algo que hay que construir a futuro.

Lo real es estrecho, pequeño y mezquino: salvo lo posible es vasto, grande y generoso. (Cita en Coherencia de la paradoja – Bernardo Ezequiel Koremblit)

Entonces, hay que ir a buscar lo posible y necesario: vivir en una sociedad integrada y justa. Menuda tarea.

sábado, 3 de junio de 2023

 

Retreta

Mundo sensible

 

Aquella tarde de invierno abandoné por un rato las pequeñas ceremonias que me gustaba hacer, como por ejemplo: esperar al repartidor que traía el diario vespertino a casa y luego de relojear la parte de los chistes; llevárselo a mi padre o ir a buscar leña al galpón para alimentar a la salamandra. Esa tarde-noche fue distinta, con la banda municipal de música que integraba, tocamos la retreta del desierto en la plaza principal.

La banda  se dividió en cuatro bandines y en cada uno, había trompetas y percusión. Los cuatro grupos se ubicaron en cada esquina, la luz se cortó en varias cuadras alrededor, sólo se veía a través de la llama titilante y misteriosa de las antorchas que llevaba la gente que se ubicó detrás de los músicos.

Era otro mi pueblo, sentí inquietud pero no miedo. Los rostros se veían intrigados y de un solo lado como la luna.  Los límites conocidos se esfumaron por la bruma de calor del fuego que se elevaba, apenas se podía identificar la cúpula de la parroquia Inmaculada Concepción. Los árboles parecían fantasmas que agitaba el viento y todo estaba quieto, no circulaban  autos por la calle. Sólo se escuchó la estridencia de los metales y el sonido de los parches que pegaba en el medio del pecho.

Uno de los grupos comenzó a tocar una melodía constituida por arpegios ascendentes y con un carácter altivo que infundió bríos a los presentes. A esa melodía le contestó en forma de respuesta otro grupo desde el extremo de la plaza y así alternadamente, fueron  sonando los cuatro vértices sonoros.

Caminamos hacia el centro y nos reunimos tocando la misma melodía todos juntos. El momento del encuentro fue de júbilo. Los aplausos se generalizaron y marcó que ese momento de agradable extrañeza se terminó y el pueblo volvió a su rutina habitual.

No sabía nada por entonces de Platón, ahora que escribo este relato, no puedo menos que relacionar aquellos rostros iluminados por la llama de las antorchas y la imagen proyectada en la pared de la caverna que describe la alegoría.

 

 

 

Mundo inteligible.

 

Una mañana llegué al trabajo en la banda de aspirantes en Campo de Mayo y los alumnos estaban practicando la retreta del desierto. Profe, nos pidieron los superiores que estudiemos esto. Sí, conozco esa música les respondí; la toqué con la banda municipal de mi pueblo hace mucho años. Nos explicaron que el gobierno anterior había prohibido la retreta y ahora la tenemos que tocar – Me contaron los chicos.

La melodía la compiló un músico militar y da cuenta de una historia en el marco de la conquista del desierto en 1879. Un batallón se había perdido por las malas condiciones climáticas y al caer la noche, un trompeta comenzó a tocar desde el campamento central, otro le respondió desde otro lugar y así se pudieron encontrar para pasar la noche y no estar a  merced de un ataque de los malones. La música fue incorporada al repertorio de la música del ejército.

La acción transcurrió en Choele Choel según la historia oficial, aunque algunos sostienen que fue en la zona de Mercedes Provincia de Buenos Aires.

En el mundo inteligible, comprendí que aquello que me había gustado, no era más que una ceremonia que rememoraba la campaña del desierto, una conquista llevada a sangre y fuego, aun cuando muchos caciques, luego de sentirse doblegados por las fuerzas militares, habían mandado misivas a las autoridades para negociar un acuerdo y una paz duradera con la pretensión de compartir los territorios y formar un estado plurinacional.

Los aspirantes que estaban estudiando esa música aquella mañana; eran en su mayoría descendientes de los pueblos originarios: aymaras, guaraníes, mapuches, mocoví, pilagá, tehuelches, selk nam, entre otras etnias. Tocaban la música del conquistador como ofreciendo una nueva entrega; la otra mejilla del cristianismo.

También entendí, que para muchos jóvenes, el ejército ofrece una salida laboral que de otra manera sería difícil o imposible en sus respectivas provincias.

La necesidad es subsidiaria de la paradoja.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 30 de abril de 2023

Huellas

 

HUELLAS

 

Esa mañana al abrir el ordenador; Mike Griffin pensó, que desde un tiempo a esta parte, estaba viviendo el final en la empresa. Los errores de percepción se pagan caros en el mundo financiero. Las últimas recomendaciones que había hecho a inversionistas en países extranjeros, resultaron un fracaso.

Se asomó a la ventana del piso 21 y contempló una  Nueva York nevada, recordó a su homónimo, siempre lo hacía: director de cine exitoso, ¿Quién pudiera? Se preguntó.

Como en una jugada intuitiva de ajedrez, decidió mover las piezas antes y solicitó una reunión con el gerente general. Durante muchos años, él había sido el niño mimado de los directivos, ya no era así, habían ingresado jóvenes más atrevidos, obedeciendo a la ley del desarrollo desigual y combinado; él se había vuelto conservador.

Ya sabía lo que le propondría su jefe, que se tome unas largas y merecidas vacaciones y que vuelva con la energía de siempre. Había ensayado las respuestas para tal proposición: diría que no, que esta vez dejaría todo, que tenía un capital suficiente como para estar un tiempo sin trabajar y que seguiría haciendo negocios en forma privada.

Algo se quebró, un crash que en este caso no fue económico sino anímico, aunque no se produjo de un día para otro, fue gradual.

El gerente lo recibió con cordialidad:

-       ¿Qué te trae por acá viejo lobo?

-       Lobo cansado dirás.

-       Bueno, vamos, siempre en este negocio hay momentos así

-       ¿te acordás lo que me dijiste cuando entré? Que para triunfar en las finanzas tenía que estar dispuesto a morderle los testículos al toro que está ahí afuera.

-       Sí, claro, es algo que digo hace treinta años y no encontré una frase mejor

-       Bueno, ya no podría hacerle ni cosquillas al toro

-       Epa, no es para tanto, vos lo que necesitas son unas buenas….

-       No, ja ja, sabía que dirías eso, no quiero vacaciones, esta vez me voy en serio.

-       ¿Cómo que te vas?

-       Sí, hace un tiempo que lo vengo pensando, esta actividad ya no me produce el cosquilleo de la adrenalina que me producía y vos tenés unos tiburones jóvenes que están en estado, ya no soy imprescindible si es que alguna vez lo fui.

-       Pero ¿Qué vas a hacer ahora? Yo no te creo que vas a dejar de hacer negocios

-       No, seguiré en forma personal, a otra escala. Tengo ahorros que me permiten estar un tiempo sin trabajar.

-       Bueno, vaya que mañanita. Te juro que me sorprendiste

-       No te olvides que soy un ajedrecista aceptable

-       Ya lo creo, después del crack del 29 esto es lo más terrible que nos pasó – bromeó el jefe

-       Bueno, no exageres.

-       Veo que es una decisión firme y no queda más que respetarla. Los temas formales tratalos con Debby pero nosotros nos debemos una cena en el restaurant italiano adónde vamos cuando cerramos un negocio

-       Sí, claro hombre, vamos a seguir en contacto, hasta se me ocurre que vamos a ser más amigos sin la presión cotidiana.

-       Eso espero. Debo confesar que no fue tanta la sorpresa, te veía apagado desde hace un tiempo.

-       Son ciclos que se cumplen.

-       Así es. Pero debo reconocerte que vos dejaste huellas en esta empresa.

-       Gracias Jefe.

 

Se dieron un sentido abrazo. Mike recogió sus cosas personales en un bolso de mano, se despidió del personal y bajó. Caminó por Wall Street sin rumbo aparente, había cumplido los cincuenta años recientemente y quería recuperar algunas cosas que dejó por la vorágine del mundo de los negocios financieros. Dobló en la calle 4 y se topó con una tienda de instrumentos musicales, se detuvo a mirar, le llamó la atención la simetría de los elementos exhibidos: dos mandolinas ligeramente inclinadas y en el medio un saxo brillante y opaco a la vez. Se retiró hacia el cordón de la acera y puso sus manos simulando un cuadro; se asemejaba a una obra de Vasarely.

Decidió entrar en el negocio.

-       Buen día ¿Qué precio tiene el saxo?

-       Bueno, ese instrumento es algo especial ¿Usted sabe a quién pertenecíó?

-       No tengo idea

-       A Wayne Shorter

-       No lo conozco

-       Fue uno de los grandes saxofonistas de jazz contemporáneo

-       No lo sabía, soy más del rock

-       Su hija nos lo confió cuando falleció su padre hace muy poco. Nos pidió que lo vendiéramos teniendo en cuenta el valor afectivo y yo agrego histórico.

-       Entiendo  ¿Usted cree que a mi edad puedo aprender a tocar?

-       Claro, Usted es joven, además, como decía mi padre: Nunca es tarde para cumplir un deseo.

-       Deme un tiempo para pensar y le contesto. ¿Cómo me dijo que se llamaba el músico?

-       Wayne Shorter.

 

Mike salió del local para pensar mejor, consultó en su celular para corroborar lo que le dijo el empleado. Vislumbró un primer negocio en su nueva etapa como independiente, si el instrumento perteneció a una celebridad del jazz, conforme pasara el tiempo; se incrementaría su valor.

Sin dudarlo, ingresó nuevamente al local y buscó a quien lo había atendido. Preguntó el valor y el empleado agarró un papel como para atemperar la cifra y le dibujó el precio. Perfecto, lo voy a llevar. Mike sabía que en los negocios hay un segundo crítico que es cuando se decide concretamente una operación, pasado ese instante, la misma se puede malograr.

Subió a la oficina privada que se encontraba en otro nivel para concretar la transferencia bancaria y hacerse del instrumento. Cuando bajó, el empleado había retirado el saxo de la vidriera y lo colocó en un estuche rígido.

-       Le voy a aconsejar que compre una caña nueva

-       ¿Qué es una caña?

-       En el saxo el sonido se produce por la vibración de una lámina finita de caña. Además, es muy personal el uso de la misma, como si fuera un cepillo de dientes

-       Claro, entiendo. Agréguela a la compra y las pago en efectivo.

Cuando el empleado volvía con la caña, se dirigió nuevamente al cliente con una notable emoción.

-       Y le tengo que pedir un último favor y esto lo hago en forma personal

-       Sí, dígame

-       Haga honor a semejante instrumento, estudie, estudie. No le pido que sea un Shorter pero inténtelo y si por esas cosas tiene que venderlo busque a alguien que tenga en cuenta esto que le digo.

-       Lo prometo.

 

Mike salió del local con el instrumento, ahora sus pasos eran rítmicos y dejaban huellas en la nieve, una súbita ansiedad se apoderó de él, quería llegar a su departamento que no estaba lejos de allí. Tenía una mezcla de sensaciones, había abierto una ventana desconocida. El tema del negocio se relativizó y se impuso paulatinamente la idea de un legado emotivo difícil de sostener, pero a su vez, esto le imprimía un desafío que no estaba regido por la obtención de dinero, esto era otra cosa, era algo nuevo.

Cuándo llegó a su casa, apoyó el estuche rectangular arriba de la mesa de diario y se hizo un café, en pocas horas había renunciado a un trabajo que lo tuvo ocupado los últimos veinte años de su vida y había comprado un instrumento musical con la idea de hacer un negocio pero las palabras del vendedor le generaron un compromiso extraño. ¿Y si aprendía a tocar el saxo? ¿Por qué no?

Encendió la computadora y se dispuso a mirar sendos tutoriales para aprender a armar el instrumento: la ubicación correcta de la caña en la boquilla para permitir que vibre, la abrazadera que contiene a la boquilla y la caña, la postura corporal, la adaptación de la correa que sostiene al saxo para que resulte cómodo su ejecución, etc.

Se miró al espejo, le reconfortó la imagen que le devolvía el reflejo narcisista: parecía un músico.

Luego, miró otros videos en los cuales abordaban la producción del sonido concretamente. Hizo un primer intento fallido; ningún sonido se produjo, sólo un aire que parecía un ventarrón desbocado. Luego otro intento y otro más hasta que en uno de los intentos creyó escuchar su propio sonido, bajó el volumen del video e intentó nuevamente repitiendo la fórmula exitosa; produjo un sonido torpe pero sonido al fin seguido de una extraña vibración, sus dedos distribuidos en las diversas llaves temblaron como si una fuerza llegara desde el centro de la tierra, sus latidos se aceleraron. El legado comenzó intensamente pensó.

Dejó el instrumento en el estuche y se preparó otro café. Mientras lo tomaba, pensó en el impulso que lo llevó a meterse en esta nueva empresa que a poco de comenzar, lo tenía atrapado como una novela policial. La intuición la había usado en no pocas situaciones en el mundo de los negocios, pero se reconocía un hombre pragmático poco afecto al pensamiento mágico, pero algo desconocido pasó con el primer sonido que logró.

La mañana siguiente, la primera en mucho tiempo sin la estridencia del despertador, se levantó a la misma hora de siempre por la inercia.  Preparó el desayuno, contempló el color del instrumento: dorado devenido opaco por el paso del tiempo.

Le vinieron en oleadas de recuerdos el sonido del exótico saxofonista del sombrero negro que había escuchado con Catherine en un club de jazz de la calle siete. El sonido era ronco y visceral. Repentinamente le molestó la nostalgia de una relación que se malogró.

Tomó el saxo y sopló con una fuerza renovada, el vapor de aire salió por la campana del instrumento y se alegró de producir un sonido sin más, luego; la vibración que había experimentado el día anterior y lo que siguió, fue una melodía que venía desde el cuerpo metálico como en  sotto voce, acercó el saxo al oído y efectivamente, era una melodía desconocida por él. Se asustó y lo dejó en el estuche, luego  lo desarmó y fue a la casa de música a preguntar.

Llegó y buscó al empleado que se lo había vendido, esperó a que se desocupara. El empleado lo reconoció y le hizo el gesto de que lo esperara un minuto.

-       Hola amigo ¿Qué lo trae por aquí?

-       Me pasó algo raro tocando el saxo

-       ¿algo raro?

-       Sí, primero sentí una vibración, eso fue ayer cuando le saqué los primeros sonidos y hoy, se produjo la vibración y luego escuché una melodía que, por supuesto, no toqué yo.

-       ¿Usted dice que el instrumento tocó sólo?

-       Se lo juro, ¿viene con un demo instructivo?

-       ¿Un demo? Jajá que ocurrencia

-       ¿Se lo puedo demostrar?

-       Si claro, pero mejor vamos al depósito.

Se dirigieron al depósito. Mike armó el saxo y sopló. En el primer intento no se produjo ninguna vibración. Intentó nuevamente y esta vez; apareció la melodía, primero tímidamente pero luego fue más fuerte. El empleado se llevó el instrumento al oído.

-       Pero esto es increíble

-       ¿lo escucha?

-       Sí, es el sólo de Footprins que tocó Wayne en el festival de Montreaux en 1991

-       Pero ¿Cómo sabe eso?

-       Soy un fanático de él, tengo toda su discografía pero, esto no lo puedo creer, no lo puedo creer.

-       Pero ¿qué está pasando?

-       No lo sé, pero tengo que pedirle que lo que fuera que esté pasando, tenemos que guardar el secreto entre nosotros dos  ¿me lo promete?

-       Sí, claro

-       Por alguna razón que desconozco, el instrumento replica los sonidos que tocó alguna vez, sople otra vez por favor.

Mike obedeció, primero fue la vibración y luego la melodía como las otras veces:

-       Este es un solo de Footprins con el quinteto de Miles Davis en 1967 en Suecia.

-       Pero no puede ser, esto es increíble

-       No lo puedo creer. Nunca me pasó algo así lo juro. Hagamos una cosa, espéreme en el café de la esquina, pido permiso y nos encontramos ahí.

-       Perfecto.

 

Mike llegó al lugar y pidió un café doble, afuera, la calle seguía su ritmo, las personas con cara de abstracción emanaban vapor por sus bocas debido a la baja temperatura, hasta hace cuarenta y ocho horas, el formaba parte de esa marea que se levanta todos los días para generar los recursos para vivir, ahora, estaba retirado y portaba un secreto compartido con un empleado de una casa de música propietario de un instrumento que perteneció a un notable músico y que suena con solo soplar por su boquilla. Es una película pensó,  un legado místico que por un motivo azaroso le había tocado a él. Ya no tuvo miedo, solo curiosidad de saber porque se puede producir un fenómeno así. Llegó el compañero de secreto refregándose las manos y con un entusiasmo de principiante.

-       Hola, no sé aún tu nombre

-       Hola, es verdad, me llamo John

-       Ok, yo soy Mike

-       Te voy a contar algo, cuando Wayne venía a Nueva York, pasaba por el negocio, siempre compraba sus cañas favoritas y preguntaba por algún instrumento, ya sea tenor o soprano que estuvieran para la venta. Él era muy espiritual y practicaba el budismo, siempre me decía que lo practique, hasta alguna vez, dijimos el nam myoho renge kyo juntos que es como un mantra en busca de la iluminación personal.  Nunca me sumé formalmente. Lo admiro mucho y hablo en presente porque creo que está ahora aquí.

-       Por lo que decís, esto tiene que ver con este fenómeno del saxo.

-       Bueno hombre, creo que sí pero lo que te quiero proponer es que cuando podamos, vayamos a la Soka Gakkai en Santa Mónica que era donde iba él. Allí podríamos hablar con un sacerdote, él nos puede dar una explicación a todo esto. Yo no tengo esa respuesta, pero creo que puede venir por ahí.

-       Sí, estoy dispuesto a ir con vos, estoy libre porque me retiré y tengo tiempo.

-       Bien, pero vamos a tener que compartir el secreto con alguien más

-       Sí, pero creo que vale la pena si es que llegamos a entender esto que pasa ¿o estaremos locos?

-       No, no lo creo, escuchamos juntos lo que escuchamos, acá hay algo que por ahora no podemos explicar.

-       A esta altura tengo que confesarte que al principio pensé comprar el instrumento para hacer un negocio, el primero en forma independiente.

-       No te hagas problema, eso no es cuestionable. Por eso te hablé de esa manera cuando lo compraste y te pido disculpas por el atrevimiento.

-       No, no hay problema, mi vida cambió a partir de ese día, desde entonces, veo videos de él, estoy obsesionado.

-       A mí me pasó cuando empecé a escucharlo, se me ocurre algo mejor, hay un centro cultural de la SGI acá en Nueva York, ahí nos pueden orientar.

-       Me parece perfecto.

-       ¿Vos a que te dedicás? Perdón por la pregunta

-       No hay problema, hasta hace unos días, era un agente financiero, trabajaba para una firma muy importante pero me retiré

-       ¿En serio?

-       Sí, y ahora estoy retirado, tratando de ser músico y haciéndome preguntas acerca de cómo un saxo puede sonar sólo

-       Ja Ja ¿Qué loca que es la vida no?

-       Ya lo creo ¿Y vos?

-       Yo soy un músico frustrado, me convertí en un melómano, igual no me quejo, en el negocio conocí a grandes músicos como por ejemplo a Wayne.

-       Te entiendo.

-       Yo podía hacer ganar muchos millones en una sola operación, la utilidad no era sólo para mí, tenía un porcentaje. Tampoco me quejo.

-       Eras el famoso lobo de Wall Street

-       Algo así pero sin la elegancia de Leonardo Di Caprio.

-       No creas, vos también tenés tu elegancia.

-       Gracias.

 

 

Casa de la cultura. Soka de Nueva York

 

La casa de la cultura de la Soka de New York está ubicada en la calle 15. Es un edificio sobrio de estilo neo románico. Hasta allí llegaron John y Mike para tratar de develar el misterio del saxofón que suena con solo estimularlo. ¿Se trata de un  dilema físico o metafísico? ¿Se trata acaso de un desarrollo de la espiritualidad llevada hasta el paroxismo?

Habían concertado una cita con uno de los sabios de la Soka. Mientras esperaban, observaron los grandes ventanales que dan hacia la avenida. En uno de las paredes interiores de la sala adonde aguardaban, se encontraba una gigantografía del presidente Daisaku Ikeda junto a un lema que reza: “Nada se pierde, todo se transforma”. Eso lo decía Wayne le comentó John a Mike. Ahora entiendo le respondió Mike como para dar una respuesta tranquilizadora del fenómeno que los ocupaba.

Señores, los acompaño a la sala en la cual los espera el señor Takawaka – irrumpió suavemente la voz de la mujer. Se desplazaron por pasillos sobrios hasta llegar a una puerta doble de tono pastel. Ingresaron, el señor Takawaka los esperaba detrás de su escritorio, juntó sus manos y se inclinó levemente hacia delante en señal de bienvenida, John y Mike hicieron lo propio.

-       Caballeros tomen asiento por favor – dijo con tono cordial el señor Takawaka. Tal cual me adelantaron en la conversación telefónica, se trata de un fenómeno raro por lo pronto.

-       Efectivamente señor, nos tomamos el atrevimiento de recurrir a Ustedes por cuanto el señor Wayne Shorter pertenecía a vuestra comunidad, si no me equivoco, a la soka de Santa Mónica – dijo John

-       Claro, él era y sigue siendo un exponente cultural universal. Un ser de luz que buscó en el budismo la forma de llegar a la plenitud

-       Le comento; el señor Mike – señaló el estuche - compró el instrumento que perteneció a Wayne y comenzó a tomar clases de saxofón y se encontró con la sorpresa de que soplando a través de su boquilla, comienza a sonar solo.

-       ¿Cómo es eso posible? – el señor Takawaka cambió el semblante de su cara.

-       No lo sabemos, por eso estamos aquí para tratar de encontrar una respuesta – dijo Mike.

-       ¿Y ustedes podrían hacer una demostración del fenómeno?

-       Claro.

-       Un momento. ¿Tendrían inconveniente si lo grabamos?

-       Ningún inconveniente. Lo único que pedimos es mantener, por ahora, el secreto de esto a la menor cantidad de personas posible.

-       Claro, entiendo.

 

El señor Takawaka llamó por un teléfono interno al departamento de video de la Soka. Al cabo de pocos minutos, dos personas ingresaron en la sala con el equipo suficiente como para hacer una grabación de video.

Mike armó el saxofón y puso mucho celo en colocar  la caña correctamente, estaba nervioso pero expectante por encontrar una explicación razonable. Cuando las personas encargadas de filmar estuvieron listas, Mike comenzó a soplar, al principio, no se escuchó nada, pero en cuanto la vibración apareció,  acercó la campana del instrumento a la cámara.

Nadie habló mientras duró la filmación.

-       Esto es increíble – dijo Takawaka

-       Eso que se escuchó es la melodía de Footprins, un tema emblemático de Wayne, lo curioso es que se presenta en distintas versiones a través del tiempo – aportó John.

-       No salgo de mi asombro. Todos escuchamos los mismo ¿verdad?

-       – respondieron Mike y John.

-       ¿Cómo dijo que se llama el tema?

-       Footprins – contestó John

-       Claro, son huellas que el hermano nos dejó como legado, el título del tema nos está diciendo todo, no hace falta más interpretación.

-       No entiendo – dijo John.

-       Les explico – dijo el señor Takawaka – en nuestra práctica y en la búsqueda de la iluminación y la armonía con el ambiente que nos rodea, hay una disciplina que se denomina Esho funi que promueve la indivisibilidad del ser con el medio ambiente, llegar a ser uno mismo con la naturaleza y las circunstancias que en ella se produzcan.  Empíricamente, nunca llegamos a un desarrollo tal como el que presenciamos recién. Les agradezco profundamente el aporte y el hecho que hayan acudido a nuestra sede. El departamento de fenomenología de la Soka va a estudiar en profundidad el caso y estaremos en contacto por supuesto y le comunicaremos oportunamente, los avances en la investigación que llevaremos adelante – el señor Takawaka se puso de pie y juntó sus manos poniendo fin a la reunión.

 

John y Mike salieron a la calle helada, y fueron a tomar un café para procesar lo que habían escuchado por parte del señor Takawaka, tenían una explicación autorizada del fenómeno pero a su vez, sintieron que estaban lejos de poder entender en forma cabal el hecho que los había unido en una amistad que prometía ser duradera.

La música los había reunido por el azar. Un señor músico había producido ese azar. Como los inquietos cuchillos de Juan Almada y Juan Almanza, el saxo que perteneció a Wayne Shorter; dejó huellas en la funcionalidad mecánica del metal y porta un mensaje que pretende ser un puente hacia el final de los tiempos