lunes, 25 de septiembre de 2017

Silvio.
Ed Pareta 25/09/2017
(Basado en un hecho real)



A veces el silencio es la palabra justa dice Hamlet Lima Quintana en “Elogio del silencio” y vaya si ese mediodía hubo palabras justas en el famoso hotel de  Córdoba y Maipú. Juro que me hubiera gustado charlar largo y tendido con él, pero no me atreví a romper el hechizo.
Llegué al lugar con una premisa clara de Cecilia “Hace tiempo un rato hasta que llegue y lo acompaño a hacer las notas de prensa pautadas”  Pregunté en la conserjería, mostré una credencial y subí al décimo piso,  me presenté ante un señor con pinta de guardaespaldas.

-            - Soy Edgardo, el secretario de Cecilia.
-            -  Si, ya me avisaron que vendrías, pasa

Una vez en el cuarto, Silvio me saludo serio, me volví a presentar ante él y no hizo falta que él lo haga conmigo, había más personas seleccionando material de prensa supongo.

-       -   Bajemos al lobby– me dijo Silvio lacónicamente
-         - Sí, claro – le dije

Bajamos por el ascensor los dos solos, el tiempo me pareció eterno, no cruzamos palabra en el descenso, por fin se abrió la puerta y estábamos en la planta baja, el miró todo el espacio y eligió un rincón tranquilo, nos sentamos frente a frente en unos confortables sillones y enseguida vino el mozo.

-         - Que se van a servir los señores – dijo con voz circunstancial el camarero.
-         - Un Whisky – dijo Silvio
-         - Otro para mí – dije para no desentonar.

Él me miro pero no dijo palabra, otra vez sentí la sensación de eternidad, se me ocurre que en ese lapso, podría haber transcurrido “El siglo de Pericles” pero claro, era mi sensación, el tiempo y la noción del mismo tenían una dimensión normal para el resto de los mortales. Llegó el pedido y empezamos a beber lentamente, hice un gesto de recostarme en el sillón para simular  tranquilidad, él me miraba y luego posaba sus ojos en el líquido que iba a degustar  para luego fijar la atención en un punto de una vitrina lateral y se quedaba ahí quizás pensando en una rima para una nueva canción.
Le disparé la primera pregunta: ¿La metáfora del unicornio azul a que se corresponde? ¿A un amor? ¿A la adolescencia? ¿Está basado en una anécdota personal? Pero no salió sonido de mi boca y no obtuve respuesta alguna.
Miré disimuladamente mi reloj para que no advirtiera ansiedad y luego miré sus pies, Cecilia, quien confesó haberse enamorado de él en su momento, comentó que en Londres había comprado unas zapatillas floreadas que le daban un aspecto más juvenil, lo decía con un brillo especial en sus ojos, siempre contaba la historia de cómo se había conocido con Silvio.
Conforme íbamos tomando, me animé a hacerle más y más preguntas, por ejemplo: ¿Cómo es San Antonio de los baños? Su pueblo natal ¿Cómo es su familia?  No me respondió porque esta vez, tampoco logré hablar.
Cuando el hielo empezó a hacer más ruido en el vaso por falta de Whisky, creí preguntarle por el tema “Ojalá” si es cierto que está dedicado a su primer enamoramiento, una tal Emilia Sánchez a quien le dedicó también “Te doy una canción” pero en ese caso ¿Qué significa “tu viejo país de difuntos y flores”? Y además: ¿es verdad que se olvida la letra y apela a que el público lo ayude cantando? ¿Qué en ese mismo tema el giro “Un disparo de Nievi” se refiere a un francotirador ruso llamado Nievi? ¿Es cierto que cuando habla un artista cubano también lo hace el estado, la revolución y los barbudos? ¿Y es por ese motivo que cuida tanto sus palabras? Cuando sólo quedaba el aroma del scotch mezclado con agüita del cubito me despaché con más inquietudes ¿Cómo se logra que una revolución sea sostenida y no bemol? ¿Es cierto que el rítmo del tema “La maza” está inspirado en la chacarera “Si no fuera santiagueño” de Les Luthiers? Las preguntas se me atropellaban en la cabeza pero ninguna pudo ser articulada.
Estuvimos un rato en ese estado al cual nos habíamos acostumbrado, habrían pasado unos 45 minutos creo, cuando a través de un espejo que estaba ubicado en una esquina del salón, vi que Cecilia entraba por la puerta principal del hotel con el apuro que la caracteriza.  Esto ponía fin a la odisea. Me quede con una sensación de alivio e impotencia.
Silvio Rodriguez realizó 4 conciertos en el teatro Gran Rex de la ciudad de Buenos Aires en el año ´87 con el acompañamiento de Afrocuba y luego de ir a otras ciudades, culminó la gira latinoamericana con un recital en el estadio de Ferro. Yo trabajaba por entonces como secretario de Cecilia, agente de prensa del evento, en ese contexto es que “casi” hablo con Silvio Rodríguez.



Nota I: la foto pertenece a la cena de despedida, mojitos mediante, el clima había cambiado con respecto a lo relatado en el texto.
Nota II: el nombre Cecilia no es el nombre real de la persona encargada de prensa de Silvio Rodriguez en ese evento.




sábado, 16 de septiembre de 2017

misivas célebres / otros autores



Buenos Aires 15/09/2017


Estimados herederos de:
 Charles Albert Poissant & Christian H. Godefroy
Autores del libro “Mi Primer millón”


Por la presente, solicito a Uds. tengan a bien considerar un nuevo plazo para la inclusión de mi experiencia en la edición ampliada y actualizada de vuestro libro.  La edición de un nuevo libro que están proyectando y que se extiende a personas de países emergentes y Argentina, en éste caso, no hace más que confirmar que el ensayo se convirtió en un clásico y referente para emprendedores de distintas latitudes en un mundo cada vez más globalizado.
Dicho esto y renovando mi agradecimiento por contemplar mi potencial por vuestra parte, es que quiero comentarles sobre la dificultad que estoy atravesando para ganar mi primer millón, tal es la premisa para poder integrar la lista de millonarios que lograron su primer millón y que  provenían de un origen humilde como es el caso de Henry Ford, Conrad Hilton y Aristóteles Onassis, entre otros.
Decidí realizar nuevos emprendimientos por considerar que con la docencia y sus magras paritarias, no llegaría a la meta- desafío que Ustedes proponen. En ese sentido es que incursioné en la agricultura arrendando una parcela de tierra en la parte más fértil de la provincia de Buenos Aires pero luego de un entusiasta comienzo, tuve las dificultades propias del cambio climático y la desidia de los funcionarios de distintos gobiernos, se inundó el terreno y no puede levantar la cosecha de soja (adjunto mapa de la inundación) Luego de esta experiencia, me presenté a una entrevista de trabajo en donde pedían para conductor de drones, servicio que está muy demandado por un vasto sector de la economía incluyendo medios masivos de comunicación y fue señalada por el jefe de gabinete de nuestro gobierno nacional (el equivalente a un primer ministro de una democracia europea) como una actividad con mucho futuro. En el aviso del diario solicitando personal, creí leer una coma que en realidad no estaba en la redacción original, a saber: mi interpretación fue la siguiente:   “Se requiere conductor de drones. Inútil, presentarse sin experiencia”  el texto en realidad decía “Se requiere conductor de drones. Inútil presentarse sin experiencia” por lo que fui desestimado para dicho trabajo.
Luego de cavilar algún tiempo, probé con una cervecería artesanal pero al hacer los primeros intentos, llegué a la conclusión que hay más cervecerías artesanales que verdades, en la época de la “Posverdad”.
En la actualidad, estoy desarrollando un micro emprendimiento, fabricación y venta de “Selfie Stick” o “palo de selfie” y las vendo en las letras BA emblema de nuestra ciudad y que están ubicadas en el obelisco. Estoy logrando un relativo éxito con la nueva actividad a pesar que me tengo que enfrentar con la mafia senegalesa quienes monopolizaron el negocio y les puedo asegurar que a veces me las veo negras.
En mérito al éxito antes mencionado es que les pido más tiempo para convertirme en un atípico “Self  made  man” y figurar al fin en la nómina que Ustedes compilan de los ricos que vinieron de un origen pobre.
Sin otro particular, saludo a Uds. Atte.

Humberto Estero

(Nominado para Argentina y Latinoamérica como aspirante al listado de personas que adquirieron su primer millón proviniendo de un hogar humilde)

lunes, 8 de mayo de 2017

Una noche muy rara


                                                 Freddie Hubbard


Una noche muy rara.

Ed Pareta 8/5/2017 (no ficción)


-Si tuviera que elegir un título, sería: “Una noche muy rara” no puedo precisar el día, pero sí el año: 1989. Se terminaba anticipadamente el primer gobierno elegido en las urnas luego de la dictadura. El ánimo social era de angustia e incertidumbre, en ese contexto, se presentaba en Buenos Aires, uno de mis referentes en la trompeta: Freddie Hubbard, quien me lo hizo escuchar por primera vez fue mi amigo Pablo en Lincoln, un día me dijo tajante “Vos tenes que escuchar esto” y entre otros vinilos, escuché el de Freddie y pensé: “quiero tocar así la trompeta”. La cuestión es que se presentaba en el centro cultural San Martín y la calle Corrientes, la que nunca duerme, era una postal de guerra, de esas que vemos en las películas, todos los negocios cerrados por temor a los saqueos que se estaban produciendo en distintos puntos del país, ese día del concierto fue el pico de tensión, los rumores de un estallido social aumentaban y como consecuencia el fin del gobierno de Raúl Alfonsín, las dudas y las contradicciones acerca del concierto, también crecían ¿Se va a hacer de todas maneras? Si se hacía, ¿Asistiría en estas condiciones a un concierto? Ésta última pregunta la descarté rápidamente de la duda, era la única oportunidad de escucharlo y verlo en vivo. El concierto se realizó, los asistentes a la sala “Martín Coronado” nos mirábamos incrédulos en los momentos previos a lo que iba a pasar, ¿iba a pasar? O ¿esperábamos sin decirlo ni desearlo algún contratiempo de último momento? En eso estábamos cuando irrumpieron en el escenario cinco grandotes con impecable traje oscuro y corbata al tono: Freddie Hubbard - Trompeta / flugelhorn  Don Braden - Saxos tenor y soprano, flauta Drew Salperto - piano Jeff Chambers - bajo y Ralph Penland - percusión. Sin mediar palabra, desplegaron una locomotora desbocada de buen gusto, el show transcurrió con mucha música y pocas palabras, creo haber escuchado que al concierto lo auspiciaba la embajada de E.E.U.U (que no cree en lágrimas) y la presentación de los músicos y no mucho más porque tampoco hacía falta. Luego de casi dos horas de esa alquimia, salimos a la inusual oscuridad de la calle Corrientes conmovidos aún por la música. Trocar de luces a sombras y viceversa, Paradojas de la sincronía.

domingo, 26 de marzo de 2017

L’aiglon.

Ed pareta 26/3/2017


(inspirado en un hecho real)

A poco de llegar, el invierno presentó toda su paleta de posibilidades, afuera llovizna, frío, humedad, adentro, un clima cálido, con luces tenues y ambiente agradable. Estas imágenes de claroscuro las observaba Esteban o también podría ser Eduardo o Ernesto, un detective menor que atendía casos de infidelidad y cambiaba su nombre para los distintos trabajos para los cuales se lo contrataba, enfundado en un Perramus  gris claro por debajo de la rodilla y un sombrero Príncipe de Gales con las manos en el bolsillo del abrigo, sacándolas de vez en cuando para administrar su cigarro. A diferencia del cuento de Saer,  estaba parado afuera, en la vereda de “La Americana”,  el detective miraba en diagonal al ventanal de la confitería que daba sobre la Avenida. El contraste de luz entre el entorno oscuro y la luz flamenca que venía desde adentro enmarcada por la ventana, daba una pintura de Johannes Vermeer, no sólo eso le llamó la atención sino que la actividad de las personas que estaban en esa mesa era un tanto curiosa , cuatro hombres y una mujer vestidos de negro, uno de los hombres sostenía un papel y conversaban acerca de algo que estaba escrito en el mismo, la gestualidad y los movimientos de las manos suponía una discusión, de todas maneras, no parecía ser grave por cuanto alternaban con algunas risas sincronizadas en tiempo e intención, luego de alguna deliberación, se producía un impasse  que era aprovechado para tomar de sus respectivas copas.
Carlos, que también podría ser Camilo o Cándido, andaba en busca de subir el nivel de su trabajo y por ende, cobrar mejor dinero, había leído mucho sobre el detective más famoso de ficción y le gustaría parecerse a él salvando las diferencias de época. Este grupo de personas vestidos  con saco negro, camisa negra y corbata negra, le sugirió la vestimenta de ciertos grupos masónicos y creyó descubrir la punta de una conspiración, recordó la frase de Igor Stravinsky  que le servía de guía en su profesión “El instinto no falla, si falla, no es instinto” y decidió entrar al local.
El adentro transcurría en la vieja confitería L’aiglon que estaba ubicada en la esquina de Bartolomé Mitre y Callao y fue fundada en 1927 por un grupo de españoles que hubiesen querido  llamarla “El Aguila” pero como ese nombre ya estaba registrado, optaron por  “L’aiglon” que  significa “águila pequeña” en la actualidad, funciona una franquicia global de cafetería.
Mario, que también podría ser Marcos o Mariano, pitó por última vez su cigarro y cruzó en dirección a la confitería, se detuvo a leer la placa de mármol ubicada en un lateral de la entrada que decía que el lugar fue declarado patrimonio histórico. Una vez adentro, miró barriendo todo el local con la mirada cual ventilador  y notó para su fortuna que había una mesa desocupada al lado de la incipiente conjura, se despojó del Perramus y el sombrero apoyándolos con cuidado en la silla libre y se sentó de cara al grupo, con sutileza de espía, sacó la libreta que usaba para tomar apuntes, enseguida vino el mozo y dudó un instante si pedir whisky o café, pero se decidió por el café, de algún modo, estaba trabajando. Luego de una mirada  general a los presentes,  se dispuso a “parar la oreja” a la conversación de la mesa contigua, escuchó el siguiente diálogo….
-         Ricardo, yo propongo para empezar  un tema instrumental como la selección de foxtrot y luego “es pecado mentir” que tiene cierto rítmo.
-         Puede ser y después arrancamos con los bailables – dijo Ricardo en acuerdo con su compañero.
-         No, mejor, porque no empezamos con “Tristeza” que a Emilio le sale tan bien con el saxo – dijo la mujer.
-         A mí me parece mejor arrancar con A mi manera – dijo otro hombre.
-         No, tenemos que generar cierta expectativa y recién el tercer tema puede ser cantado, además A mi manera es como un himno, podemos dejarlo para el bis.
De pronto, se acercó alguien a la mesa y dijo “ya tendríamos que empezar”
-         Listo!!!  dijo Ricardo, nosotros ya estamos y dirigiéndose al resto …Queda la lista que sugirió Mónica, vamos que si hoy tocamos bien, quedamos fijo todo el mes - se tomaron de la mano cual rito y pronunciaron vocablos indescifrables.
Alfredo, aunque también se podría llamar Alberto o Antonio se hizo una necesaria pregunta, están hablando en código y son más peligrosos de lo que creo o bien son músicos que van a tocar ahora mismo. No tardó en comprobar la última posibilidad, los cinco más el animador, se acercaron al palco y cada cual tomó su respectivo instrumento salvo Mónica que no iba a subir en los primeros temas y se quedó sentada en una silla al lado del escenario. Una súbita decepción invadió al detective, llamó al mozo y le pidió un whisky con carácter de urgencia cuando el acople del micrófono produciendo unos agudos terribles invadió la calma reinante, todos los presentes se llevaron ambas manos al oído hasta que el sonidista acomodó las perillas, el animador en tono canchero dijo: ¿Ahora sí? Y continuó….
“…Señoras y señores, la confitería L’aiglon les da la bienvenida una vez más, hoy con la presencia estelar y por primera vez de la orquesta “The Broadway melody” cuyo nombre se debe a la película homónima del año 1929 y que obtuvo un Oscar al mejor film de dicho año por ser la pionera en musicales llevados a la pantalla grande, la orquesta nos va a deleitar con las mejores melodías de todos los tiempos para escuchar y rememorar la mejor música del mundo, con ustedes….la orquesta “The Broadway melody”

Ricardo, sentado en la batería y ya contando el consabido un, dos, tres, cua…lo miró al animador con cara de pocos amigos porque no mencionó que la orquesta puede hacer bailar hasta a Santo Biasatti. Emilio soltó las primeras notas de “Tristeza” en su saxo tenor y ahora los sonidos eran agradables, el clima se renovó, los presentes se relajaron en sus asientos para vivir una jornada inolvidable, la melodía envolvente y el trago formaban una amalgama perfecta. El tema transcurrió y el aplauso final fue de agradecimiento por la música, aprovechando el clima logrado entre el público y la orquesta, Ricardo contó sobre el final de los aplausos para empezar el segundo tema que era la selección de foxtrot, que encabezaba “Cheek  to Cheek” . Las parejas se volcaron a la pista  y de pronto el animador tomó el micrófono y con tono desesperado se dirigió a los bailarines…
“No se puede bailar” repito  “No se puede bailar” “Está prohibido bailar”
El desconcierto fue general,  la orquesta paró de tocar, se prendieron las luces generales,  todos se miraron y pensaron que el animador había enloquecido por lo cual tuvo que dar las explicaciones del caso, tomó un papel que estaba previamente redactado y leyó:
“Querido público, de acuerdo a las últimas disposiciones municipales y luego de lo acontecido en el boliche Cromañon, el salón no cuenta con la habilitación correspondiente para que se desarrolle  normalmente el baile, en nombre de L’aiglon, les pedimos disculpas y les decimos que el problema se resolverá a la brevedad, sepan disculpar, los invitamos a seguir escuchando excelsas melodías”



Las parejas se dirigieron a las mesas sin comprender  lo que estaba pasando, la orquesta retomó “Cheek to Cheek” desde el principio y Daniel o podría ser Dionisio o tal vez Darío apuró el segundo whisky dispuesto a ganar la calle luego de pagar lo que había tomado, atravesó la puerta y empezó a caminar con dirección a la avenida Corrientes bajo una llovizna débil pero persistente pensando que el instinto le había fallado o estaba perdiendo el olfato de modesto cazador pero cazador al fin, pero de lo que no le quedaba duda es que había asistido al hecho más bizarro en mucho tiempo…”Prohibido bailar” replicó en tono jocoso mientras encendía un nuevo cigarro.

domingo, 8 de enero de 2017

El centro de la isla
Ed Pareta / Buenos Aires 8/1/2017
imágen: foto de Vicky Pareta


Emprenderé el viaje hacia el centro de la isla, allí, dicen, vive un monstruo perverso que es capaz de construir muros infranqueables, murallas chinas y todo tipo de barreras que impiden llegar a la otra orilla, Claro que se puede llegar por vía fluvial, pero de esa manera, no derrotarías al monstruo.
Creo que llegó la hora de enfrentarlo, los baqueanos aconsejan hacerlo sólo.
Llegar al centro de la isla no es una empresa fácil, hay que atravesar lodazales, pantanos, humedales con abundante presencia de insectos y reptiles.
Es una característica de las islas formadas por sedimentación, en las orillas se forman albardones y en el centro depresiones. Nosotros lo sabemos porque en algún sentido, somos islas que forman un gran delta humano.
Iré cantando La riva bianca, la riva nera por una simple asociación y para darme valor en la ardua tarea.
Me meteré en el barro, espantaré a los insectos, me lastimaré con las cortaderas, me empaparé pero al fin estaré con el monstruo frente a frente y con la fuerza que me quede, lo mataré, lo aniquilaré y cortaré en pedacitos. Si no lograra destruirlo y el me presentara sus armas más poderosas que aún desconozco, no presupone necesariamente un fin para mí, todo seguiría como fue hasta ahora, pero en cambio si logro dominarlo, tendré el camino allanado para llegar hasta la otra orilla.