lunes, 23 de diciembre de 2019

Enero. Ed Pareta 23/12/2019


Enero.


Me gusta el verano. A diferencia de Martino, a mí en el verano no me dejó ninguna pareja y no guardo nostalgia con la estación. Aquellos eneros de los años setenta, en la hora de la siesta, teníamos que hacer riguroso silencio para el descanso del patriarca; Que no vuele una mosca  decía mi viejo antes de trasponer la puerta de la habitación, de lo contrario, ardía Troya. Todo se animaba a eso de las 16 30, hora en que se levantaba el viejo y si había descansado bien, casi siempre tenía algún plan para toda la familia. Primero se regaba el patio y luego, una vez que la tierra mojada y su aroma daban sensación de frescura, nos sentábamos en un círculo a comer sandía, podría ser melón, pero las más veces era sandía y esta actividad era una fiesta para nosotros y para las moscas que venían volando desde todos los puntos cardinales.
Me acordé de un cuento. Dos ejecutivos buscan un lugar para almorzar, un restaurant limpio, eligen uno en cuyas vidrieras externas hay sendos carteles que dicen: ¡!!Guerra a las moscas!!! ¡!!Combata a las moscas!!! Deciden entrar, una vez ordenado el primer plato, que era una sopa, encuentran en ella una mosca. Mozo, como puede ser, afuera carteles Guerra a las moscas y lo primero que vemos es una mosca en la sopa, ¿cómo puede ser?
-         Hoy perdimos – les dijo el mozo resignado.
Nosotros, la familia, muchas veces perdimos contra las moscas, pero a pesar de ello, eran momentos de felicidad. No hablábamos, solo se escuchaban los ruidos de los dientes entrándole a esa masa esponjosa y roja y el posterior escupitajo de la semilla. El sonido de algún auto perezoso que venía por Huergo y doblaba en Alem marcaba el inicio de la actividad de la tarde calurosa y el ostinato vibrante de los bichos. El arrullo de las palomas y hasta algún gallo haciendo horas extras con su canto vespertino, el pueblo, aún mantenía una impronta rural por entonces.
La radio, desde un lugar adentro de la cocina, nos traía noticias del mar. No teníamos la cultura de ir a la costa a veranear. Luego del frustrado destino en San Clemente adonde nos iríamos a ir a vivir con toda la familia, por muchos años no fuimos al mar. La voz de Velasco Ferrero me evocaba la sensación de la playa y hasta percibía la brisa húmeda.
“Para tu piel de verano muchacha” Repetía el animador y presentaba la canción homónima del grupo Mantra: Tengo mil besos que guardé en el invierno y mil caricias reservadas para ti Escuchando la letra de este  leit motiv,  un día sentí quizás los primeros cosquilleos del deseo, la radio seguía y me abstraía por un momento pensando en una primera novia y si tendría yo guardados mil besos del invierno ¿sabría besar  cuando llegara ese momento?  Practicaba poniendo dos dedos a la manera de labios pero otra cosa será cuando suceda.
-Tiren las cáscaras en esta bolsa, se las guardo para Argumero que tiene chanchos – podría haber dicho mi madre cortando el momento de ensueño.
- ¿Ya abriste el negocio? –  le preguntaría mi viejo en un tono carente de intencionalidad
- Ya voy – le contestaría mi vieja – es temprano, no anda nadie con este calor.

La tarde de verano entonces, arrancaba con un ritmo lento, cada cual salía del círculo de la sandía y se dirigía a cumplir sus respectivos intereses. Algunos días íbamos al balneario municipal en bicicleta, otras veces, algún amigo con pileta nos invitaba a mí y a mis hermanos a su casa. Luego tomábamos mate o esperábamos el carro de Romano y le comprábamos los famosos sándwiches helados, elegía el clásico de chocolate y limón. Me gusta el verano, y a diferencia de Martino, no espero que llegue el invierno para que cubra con la nieve la nostalgia de un amor perdido, sólo deseo que algún amor llegue con el fuego ensoñador de las tardes de enero.

domingo, 27 de octubre de 2019

Billie Holiday


Billie Holiday
Lo que cuentan las corcheas.
Ed Pareta Octubre 2019.


Billie Holiday

Los numerólogos creen que los nombres llevan consigo misterio y condicionan la suerte de quienes los portan. Billie Holiday es un nombre que suena fluido, musical, alegre. La cantante adoptó este first name por dos razones: en homenaje a la actriz Billie Dove y porque su padre, de niña, la apodó Bill por su carácter varonil. En cambio su apellido, que suena a tiempo libre, a ocio, a vacaciones, es simplemente el paterno.
En el año 64, en un flamante sillón de formas redondeadas, una pareja lleva los sentidos al paroxismo: los taninos de un tinto añejo, la copa de boca ancha haciendo balancear el líquido con un leve movimiento de muñeca y la canción I´ll be seening, interpretada maravillosamente por Billie, redondean un clima perfecto. A través de la ventana se ven relámpagos a lo lejos. Afuera el mundo se está moviendo: continúan la guerra fría, las movilizaciones por los derechos civiles, el entusiasmo de la carrera espacial en un marco de economía floreciente; se vislumbra la conquista de libertades sexuales; y se consolida una nueva música frenética: el rock and roll. Adentro, en el living, el tiempo se eternizó en un momento de paz.
Las dos gardenias que adornan el pelo de Billie y su sonrisa fresca no hacen sospechar que tuvo una vida tormentosa: fue abandonada por su padre, trabajó desde muy chica por unos pocos dólares y pasó por diversas viviendas precarias y temporales junto a su madre durante la Gran Depresión. Solo la música de Louis Armstrong y Bessie Smith la hacían feliz. Hasta que, pasado algún tiempo, se convirtió en una estrella en el firmamento del jazz.
Lady Day, apodo que le legó su amigo Lester Young, tiene en su haber dos récords dignos del Guiness: fue la primera cantante negra que integró una orquesta de blancos y popularizó una canción que muchos críticos consideran la primera de protesta: Strange fruit, que habla de los cuerpos de los negros colgados de los arboles como extrañas frutas, producto del odio racista. Columbia le aconsejó no grabar esta canción.
Otra hubiera sido la historia, según los numerólogos, si hubiera adoptado su nombre real: Eleanora Fagan Gough.

domingo, 29 de septiembre de 2019

Crónicas de viaje / San Marcos Sierras


Crónicas de viaje / San Marcos sierras.
Primavera 2019 –
Ed Pareta

Bienvenidos al manicomio a cielo abierto le dijo una amiga a Noemí al llegar a San Marcos Sierras. La frase parece exagerada pero no tanto si tenemos en cuenta que loco se le suele decir a quien no encaja con las reglas establecidas y los hábitos “normales”.  Asimismo, cuando decís que venís desde Buenos Aires te dicen: Ahí sí que están todos locos.
Por las calles de tierra del pueblo podes encontrarte con un ex gerente de importante empresa que quebró en alguna de las crisis recurrentes del país, a un descendiente de cacique de las etnias Henia /Kamiare , conocidas vulgarmente como comechingones, a un auténtico hippie que ofrece sus artesanías como medio de vida,  a una joven mexicana que da vueltas al mundo en bicicleta y que en el camino ligó con un francés que está en el mismo plan, a un locutor que se cansó, entre otras cosas, de que pusieran en marcha a la madrugada los motores de los ómnibus escolares en la esquina de Sarmiento y Riobamba,  a gauchos con boina y alpargatas bigotudas, neo juglares, músicos, perros con dirección precisa cuyo objetivo es pedir comida en los bares que se encuentran enfrente de la plaza, etc.
El equinoccio de primavera, el viento norte: “El viento de los locos” y el árbol que se ofrecía de asiento, lograron que me animara a sentirme Cosimo por un momento y mirara desde arriba, aunque esto, a orillas del río San Marcos pasa desapercibido. La primavera se presentó en tiempo y forma y el pueblo la recibió con festejos en la plaza, ferias al lado del río y artesanos en la cuadra pasando  la plaza. En ese derrotero festivo nos encontramos con Violeta, la amiga que hicimos en uno de los viajes, quien nos dijo con excitación primaveral: Mas tarde hay música en la plaza, cierra el “Kenco”.  Siguió su viaje en busca de algo para comer.
Los aromos están florecidos y embriagan el ambiente con su perfume,  el aire es puro, los lugareños dicen que se debe a que tiene mucho iodo. Los cultivos, por la ordenanza municipal  numero 2005 están libres de agro tóxicos y no hay contaminación sonora ni visual.
Luego de escuchar a los músicos en sus diversos estilos, la cuerda de tambores  y el prometido cierre en el escenario, nos fuimos caminando a la posada de Ezequiel que dista a 2 km de la plaza. En una jornada que fue todo el tiempo, a su vez, víspera y fiesta. Con un cielo diáfano por prescindencia de neón, con la vía láctea como techo envolvente y cavilando respecto a una pregunta: ¿Una sociedad con estas características pertenece al pasado o será el futuro necesario para salvarnos como especie? En el trayecto, creí ver pasar por una de las calles laterales a la San Martín, a Dionisio, con una ánfora en la mano y una sonrisa pícara.

Dedicado a Hebe Uhart in memoriam – gran escritora y cronista de viajes por excelencia. Mensaje encriptado para los “Famas”: Todas las distancias fueron salvadas.




lunes, 16 de septiembre de 2019

Sarmiento /Crónicas de viaje


Sarmiento
Crónicas de viaje
Ed Pareta 9/2019.


Si venís desde el norte, podes tomar Sarmiento doblando a la derecha en Cerrito antes de que se convierta en Lima, en cambio, si venís desde el sur, la tomas doblando hacia la izquierda en Callao, pero si seguís por Sarmiento, podes llegar hasta el parque Centenario. Al prócer que le dio nombre a esta arteria urbana también lo podes abordar desde distintos tópicos ya que fue maestro, militar, escritor, presidente, senador, periodista.
Polémico, contradictorio y visionario, agrego. Cuando me interesé un poco más en la literatura, siguiendo la premisa de Borges, a saber, leer más que escribir, escuche muchos elogios de Sarmiento como escritor,  conseguí un ejemplar de Recuerdos de provincia de esos que están en la mesa de ofertas, de papel rústico y tapas duras (Cosidas y pegadas) esas ediciones me gustan mucho, también un Facundo “de bolsillo”.
El verano pasado, siguiendo el impulso de una epifanía, llegué a San Francisco del monte de Oro – San Luis; un lugar que no está comprendido en el circuito turístico habitual. No sabía que en este pueblo, Sarmiento fundó la primera escuela del país cuando tenía 15 años, vivía por entonces con su tío el fray José de Oro. Cuando pregunté si el nombre del pueblo se debe al fray, las opiniones estuvieron divididas, algunos afirmaban esa hipótesis, pero otros, dijeron que se debe al contenido de mica que tienen los cerros, entonces, cuando se baja desde la ruta hacia el pueblo a la tardecita, se ve un reflejo dorado por la luz del sol y por ello se llama “Monte de oro”. Pero lo que más me impactó, es que los que me contaron anécdotas de Sarmiento, lo hicieron como si transcurriera en un presente eterno, como si el cuyano alborotador viviera todavía en ese lugar y fuera posible verlo con tan solo doblar una esquina. Los parroquianos, con la impronta de un chisme de barrio, relataban con cierta tendencia a la exageración, como se debe, las razones por la cual el joven Domingo vivió ahí: “A Sarmiento lo mandaron a vivir con el tío porque la madre no lo aguantaba más en su casa” “Lo mandaron con el tío para ver si se enderezaba de una buena vez” esto demuestra el aspecto L’enfant terrible  de su personalidad relativizado en las biografías de la historia oficial, se me ocurre que hubieron de opacar el Oro para que resaltara el bronce.

domingo, 19 de mayo de 2019

E.R.P - Ed Pareta - otoño 2019


E.R.P
Ed Pareta – otoño 2019



Podría haber salido del laberinto por arriba; como sugiere Leopoldo Marechal, hubiera dicho que las siglas significaban Enterprise Resource Planning, que estaba interesado en este sistema de planificación empresarial, pero el caso es que por entonces, desconocía dicho sistema.
Estaba en la dirección de la Escuela Normal Abraham Lincoln de la ciudad de Lincoln, eran los años de la dictadura y cursaba el secundario, la directora me llamó a su despacho para que explique lo que dibujé temerariamente en el pizarrón de mi aula, a saber: las iniciales E.R.P enmarcadas en una estrella de cinco puntas. Estábamos solos en su oficina y el aire se cortaba con una Gillette, mi concepto en el colegio era bueno, de ahí la cara de sorpresa de “La Osa”, así apodábamos a la directora.
-          ­Explíqueme, lo escucho – me inquirió con tono cortante.
En ese momento aciago, me acordé de una máxima que decía mi madre: Siempre anda con la verdad, es mejor.
-          Son mis iniciales – dije balbuceando.
-          ¿Cómo que son sus iniciales?
-          Si, Edgardo Ramón Pareta – acoté tratando de parecer tranquilo.
A la directora le cambió la cara y se aflojó, empezó a tratarme como lo hacía siempre, con una seriedad afable, yo también me relajé y me acomodé apoyándome en el espaldar de la silla. Todo estaba bien ahora pero de repente el rostro de “La Osa” se volvió a contraer.
-          ¿Pero la estrella? ¿Qué significa? – me volvió a interrogar.
-          Nada, es sólo una broma
-          ¿Usted pertenece a alguna organización guerrillera? – me pregunto cumpliendo quizás con el sentido común.
-          No – me sonreí para evidenciar lo improbable de esa hipótesis.
-          ¿Usted sabe que eso es peligroso en estos tiempos? – me dijo con un tono conciliador para no contradecir su propia decisión de quitarle peso al asunto.
-          Sí señora directora.
-          Bueno, le sugiero que no haga más este tipo de bromas.
-         No lo haré más señora directora.
-          Vaya.
En el otoño de 2019, en la sesión de psicoanálisis, le conté al analista esta anécdota; hablamos de ciertos actos inconscientes de rebeldía en momentos donde la verdad era velada, al menos para mí.
-          ¿Usted sabe que ese hecho le pudo costar la vida en ese momento? – me dijo
-          No, nunca lo había pensado.
El analista levantó las cejas como diciendo ¿Quién puede saberlo?
-          Lo dejamos acá, hasta el lunes próximo.
-          Hasta el lunes.
Me fui caminando por Santos Dumont pensando que el lacaniano exageró un poco. La humedad se hace sentir en Buenos Aires en este otoño que nos regaló un plus de verano, pero con la gracia de las hojas amarillas que acolchonan el paso. El paso del tiempo.


domingo, 12 de mayo de 2019

El Corazón es un gitano / Ed Pareta mayo 2019


El corazón es un gitano.
Ed Pareta – Mayo 2019
imagen: foto de  musico con estuche: Ana Pareta que forma parte del libro "Postales de otra ciudad" de Verónica Rodriguez.





Nicola di Bari puso toda la carne al asador esa noche. Comenzó con El corazón es un gitano, la canción más conocida por entonces, los músicos desplegaron los primeros sonidos del arreglo de la introducción con un teclado que sonaba remedando a un clavecín; luego el bajo eléctrico realizó un Glissando.  Había iniciado la presentación y el rumor de la gente se acalló. Algunos compases después, marcando su presencia apareció la batería, ya estaban sonando todos los instrumentos pero el artista se hizo esperar algunos minutos más. Por fin, la figura del cantante emergió con pasos enérgicos entre los músicos, entonces los aplausos aparecieron masivos en todo el salón del Club Rivadavia de Lincoln, que estaba colmado como en sus mejores noches. Vestido de elegante sport con un pantalón y campera de jean, camisa clara y un pañuelo rodeando su cuello, la voz grave y ronca se abrió paso entre la contundencia del sonido:  Avevo una ferita in fondo al cuore…..”. El aplauso se renovó.
Me quedé a un costado del escenario en un cono de sombra, inmóvil, tratando de no perder detalle de todo lo que pasaba, era el primer show internacional que podía ver en el pueblo, en este caso, un cantante popular de fama mundial. Además, compartía el palco con él, por entonces, tocaba en la Orquesta Montecarlo que animaba el baile antes y después del show. Una mezcla de sensaciones me invadió, la reafirmación de querer hacer esto toda la vida, brillar en un escenario de forma fugaz y dejar un recuerdo, alguna chispa que modifique la vida de las personas.
Otro de los temas más reconocidos por el público fue “El trotamundos”. Lo cantó en castellano, la letra me transportó… rodando el mundo pueda hallar a una chica que piense como yo. El tiempo flotaba y yo sobrevolaba a la multitud. Desde arriba se veía un mar de cabezas expectantes, escuchando las canciones y canturreando las que les eran conocidas. 
Decía que era músico desde los cinco años cuando mis padres me compraron unos zapatos de cuero marrón claro con la capellada blanca. Les llamaba Los zapatitos de músico. ¿Los zapatos condicionaron mi decisión? ¿Le di a los zapatos un sentido a partir de mi prematura vocación? No lo sé; dejo este intríngulis al materialismo dialéctico. Tengo que completar el atuendo de un músico, compraré un sobretodo, camisas sobrias con algún toque de fantasía. La gente cuando me vea pasar por la calle dirá; ese debe ser artista. Pegaré un sticker en el estuche de la trompeta que delate cada lugar donde fui a tocar, mandaré cartas a la familia:
Querida familia: anoche tocamos en Paris, fue un verdadero éxito, estoy muy contento pero los extraño, extraño los asados del domingo cuando estamos todos y las largas sobremesas donde contamos chistes y recordamos anécdotas de la infancia…..”
Las palmas rítmicas del público me devolvieron a la realidad, estaba aquí y ahora caminando sobre colchones de aire. El show  transcurrió sin mayores sobresaltos, todos los temas eran hit. Luego del consabido bis reclamado por todo el público, Nicola se retiró del centro de la escena y la banda siguió sonando como para dar un plus, una yapa. Previamente, había hablado con el fotógrafo que estaba cubriendo el evento para que me sacara una foto, Nicola accedió sin chistar al pedido, estaba transpirado y exhausto pero aun así, olía a un perfume exquisito y desconocido en el pueblo. Crucé unas pocas palabras antes de que se refugiara en el camarín. Me pareció un tipo accesible, amable. Esto le contaré a mis amigos, les mostraré la foto y les diré que es un tipo como nosotros, pero que brilla cada tanto, cuando canta.
 La canción popular italiana mantiene quizás alguna reminiscencia del Bell canto; estilo operístico que se desarrolló en Italia y que buscaba la perfección. Como dice el licenciado Humberto Estero “Los italianos pueden fluctuar entre el fascismo y el comunismo pero nunca te defraudarán con una melodía”.
Vi muchos shows, escuché infinidad de músicas, sin embargo el impacto de esa noche fue tal, que de alguna manera creo que todavía estoy ahí.




sábado, 13 de abril de 2019

La Bestia


La Bestia 

Ed Pareta / Letra de canciones

Apuran su travesía
Para hacerse de un lugar
En el metálico lomo
De un tren que llaman “La bestia”
Que sin su falsa modestia
Soltando vapor al aire
Pone su norte hacia el norte
Hasta el mismo Río Bravo } bis

Hasta el mismo Río Bravo
Linde humano y forzado
De dos mundos contrastados
De miseria y opulencia
Muchos sueños transportados
Que alimentan la creencia
Que los sueños se realizan
Al pasar al otro lado } bis

Más tarde una vez a bordo
Ya no tienen más su nombre
Se transportan cual maleta
De alienante factoría
La esperanza está arriba
En el mapa y en el tren
Buscan con riesgo y sin magos
Sus estrellas de Belén }bis

Sueño eterno de migrante
Muchas veces mutilado
Promesas de su “Pollero”
De pasar al otro lado

Si la “migra” y los narcos
No los tomaron esclavos
Con el síndrome de Ulises
Llegaran al Rio bravo

Por suerte están las “Patronas”
Al costado del camino
Bolsitas de agua y amor
Para aliviar el destino

Sueño eterno de migrante
Muchas veces postergado
Promesa de una vida nueva
De pasar al otro lado.

domingo, 3 de marzo de 2019

Triunfo Agrario



        imagen: Jesus Ruiz Durand.

Triunfo Agrario
Ed Pareta 3/3/2019


Ese día sonó insistentemente una canción en el pueblo. Era un sábado, más precisamente el 25 de agosto de 1973, fui a hacer un mandado al centro que dista a cinco cuadras de mi casa. El tiempo estaba bueno, templado y con un viento típico de agosto.
La sucesión sonora era la siguiente: se escuchaba un tema musical y luego palabras en forma de proclama (que no formaban parte de mi mundo de interés por entonces), hablaban de un congreso o parlamento agrario que se llevaría a cabo en Lincoln ese mismo día. El auto con las bocinas arriba del techo pasaba una y otra vez. Daba vueltas alrededor de la plaza Rivadavia y conforme se alejaba, el sonido se diluía para retomar con fuerza en algunos minutos cuando la propaladora doblaba por Av Massey en dirección al Supermercado Salcines. Me inquietaba la música y en especial su letra “…Este es un triunfo agrario pero sin triunfo nos duele hasta los huesos el latifundio…” la voz de Mercedes Sosa  invadía la calle describiendo geografías de América en el aire. ¿Cómo es esto de un triunfo pero sin triunfo? ¿Qué quiere decir latifundio? Cuando llegue a casa, le preguntaré a mi padre, él anda con todas esas cosas. ¿El campo de los irlandeses es un latifundio? Cuando era chico en El Triunfo escuchaba nombrar el campo de los irlandeses como si fuera un mojón “Del campo de los irlandeses, dos chacras más adelante como quien va al Morito”.
Entonces, el latifundio, se me ocurre,  es algo malo. En la perorata decían “Abajo el latifundio, reforma agraria Ya”.  Luego, la voz de “La Negra” nuevamente ponía la piel de gallina “…Y cuando será el día pregunto cuando que por la tierra estéril vengan sembrando todos los campesinos desalojados…”.
“Triunfo agrario” la canción de César Isella y Armando Tejada Gómez, sonaba una y otra vez mechado con las palabras que infundían bríos, como un inquietante “Loop”. El triunfo es una danza del folclore argentino que surgió en la guerra de la independencia (1809 – 1824) para celebrar la derrota de los españoles en Ayacucho, de ahí su carácter épico y alegre.
Caminé las cinco cuadras hasta mi casa, canturreando la canción que me cruzó por primera vez. Algo tiene que pasar, algo va a cambiar pero no entiendo que es lo que debería cambiar, el triunfo que ahora sonaba más lejano me ayudaba a caminar rítmicamente. Cuando cursé  la primaria en la escuela Nº 2, me acostumbré a contar las cuadras, hacía un promedio de un minuto por cuadra con el hambre del mediodía  como motor y pensando en la rica comida que me esperaba en casa, por ejemplo: La Belgrano está a cinco cuadras, la Ameghino a 4, la Pellegrini a 3, La Gral Paz a 2 y la Balcarce a 1.
Llegué a casa, entregué la bolsa de los mandados y el vuelto. Seguí cantando lo que se me había pegado “…Nos duele hasta los huesos el latifundio…”  
-         ¿Qué estas cantando? – me preguntó mi madre
-         Algo que escuché por ahí
-         Mami: ¿Los huesos duelen?


lunes, 4 de febrero de 2019

Patty & Patty


Patty & Patty
Ed Pareta 2/2/2019
Los ’70 Relatos de la década que no entendí



No sé porque me impacto escuchar sus nombres en la radio o mirar las imágenes en el vespertino La Razón que se recibía todas las tardecitas en casa. ¿Será porque a continuación de sus nombres se encontraba el adjetivo “Terrorista”? no estoy seguro si era en los dos casos o lo imaginé en uno de ellos. Patty Smith y Patty Hearst, esos dos nombres se incorporaron a la lista de enigmas a dilucidar en otro momento, por entonces no pude, sólo me atraían sus respectivas imágenes y me preocupaba el fin último que sus actividades suponía.  Eran, en cierto modo, puntos de fuga o puntos impropios proyectados por paralelas. En el mismo vespertino “Descartes un día, me quede mirando fijamente por un rato la foto de Patty Hearst con una ametralladora en sus manos vistiendo ropa de fajina combatiente, era un ícono de la contracultura pero yo no lo sabía. La idea del mundo era de una manera en ese tiempo y en esas coordenadas. Ese mundo estaba amenazado por un fantasma que no solo recorría Europa sino todo el mundo: el comunismo, entonces, todo lo que no estaba etiquetado, era plausible de encasillar en la gran amenaza que vino a reemplazar al viejo de la bolsa, jubilado un poco antes de la llegada del nuevo monstruo que se comía los chicos vivos. Esta amenaza, a diferencia del viejo de la bolsa, era universal, temida y transmitida por mucha gente, entre otros, “La flaca”, profesora de geografía de la escuela normal de Lincoln, yo le creía, Todos le creían. En esos días la palabra de una profesora era indiscutible,  no contábamos con elementos para refutar ideas políticas y además, la palabra de un profesor era “palabra santa”. Era una de mis profes preferida, siempre amable, hablaba con un tono bajo invitando a la reflexión, elegante, se paseaba entre los bancos con un tapado largo azul y un perfume sobrio, no hacíamos el consabido “quilombo” que corresponde a un curso secundario.
 El caso es que Patty Hearst, fue secuestrada por el SLA (Symbionese Liberation Army) para pedir dinero por el rescate a su abuelo millonario William Randholph Hearst, aunque en sus declaraciones ante el tribunal que la juzgó en 1976 ella declaro que la sometieron a abusos y maltratos, Patty se plegó al movimiento e hizo algunas acciones para el grupo, por ejemplo, robo de una sucursal del banco Hibernia,  el 5 de abril de 1974, a ese evento se corresponden las fotos que se popularizaron mundialmente, joven, bonita y millonaria, sin embargo, terrorista, seguramente serían los comentarios de la gente al ver las imágenes disruptivas que traspasaban el “sentido común”. Su nombre de combate era “Tania” en homenaje a la compañera de milicias del “Che”. Hubo luego caracterizaciones psicológicas para establecer si se trataba del “síndrome de Estocolmo” o si por el contrario, Patty también tuvo su momento de cambiar el mundo que duro algo más de un año. Fue indultada definitivamente por el presidente Clinton en las últimas semanas de su mandato luego de un indulto parcial con que fue beneficiada por el presidente Carter.
Que suerte que el mundo queda tan lejos decía en alguna de sus tiras Quino a través del personaje Susanita, no había amenazas, todo era armonía en el pueblo, a lo sumo, algún robo de gallinas, alguna pelea un sábado a la noche en los bailes populares producido por miradas inoportunas, infidelidades reveladas o celos de machos alfas que no consiguieron la atención de la mujer que desean, el mundo con sus desastres quedaba lejos, las guerras, las guerrillas, los derrames, las inundaciones, las epidemias, los terremotos eran vistos en el vespertino o escuchados en la radio y comentados con una mezcla de asombro, pena y un dejo de alivio porque  justamente, todo eso pasaba muy lejos de nuestro pueblo y más lejos aún de nuestro barrio.
La otra “Patty”, Patty Smith, miró y mira con sus ojos, uno levemente desviado, otra visión del mundo. Fue activista en contra de la guerra de Vietnam y esto sólo, la ubicaba en el lugar incómodo de pensar distinto a la gran masa pétrea del pensamiento único. Pensamiento que se establece con métodos non sanctos apelando a una supuesta “Razón de estado” o “Seguridad nacional” donde toda acción o estrategia queda homologada y debe ser avalada por toda la población, al menos, esta es la intención de los que detentan poder y no quieren modificar su status. Hace poco, me “interné” con devoción en las páginas de su libro “Éramos unos niños”  para aventar mis propios miedos cristalizados desde entonces, por eso creo que en aquel momento la asocié con la palabra “terrorista”, me faltaban vocablos para definir a personas o situaciones, quizás no lo decía el vespertino, yo mismo le agregue el adjetivo, para “salvarme” para que todo vuelva a estar etiquetado y dormir en paz.
En el libro, “La sacerdotisa del punk” describe gran parte de su vida con su compañero de arte y de la vida, el fotógrafo Robert Mapplethorpe  y en algún lugar de los manifiestos realizados por ambos, dicen: “Nuestra arma es el arte” al leer esto, levanté la vista y respiré hondo, quedaba así, saldado un enigma de la “amada imaginación que nunca perdona”.