sábado, 21 de diciembre de 2013

18: 35 a LINCOLN - (Ed Pareta - diciembre del 2013) Foto: Rita Simoni

18: 35 A LINCOLN. (Ed Pareta – diciembre 2013).
El viaje empieza una vez traspuesta la entrada de la estación de Once, los típicos ruidos del lugar, algún que otro voceo ofreciendo mercaderías y la sensación de estar ya un poco en el pueblo. Atrás queda la agitada vida de Buenos Aires, las compras para el negocio de mi vieja y alguna escapada a escuchar música y visitar amigos que están radicados en la gran ciudad, pero eso sí, siempre transitando por las mismas calles para no perderme.
De pronto, en el rumor de música incidental que constituyen los sonidos, irrumpe la voz del locutor quién, con la seguridad de las cosas que funcionan,  enuncia la lista de las estaciones donde el tren va a parar, la cuestión suena más o menos así…”Expreso de las 18:35 a Lincoln observando paradas en Haedo, Luján, Mercedes, Chivilcoy, Mechita, Bragado, La Delfina, San Emilio, Gral Viamonte, Bayauca, Lincoln y estaciones intermedias” Luego de revisar el pasaje subo al tren, acomodo los paquetes y miro a mis ocasionales compañeros de viaje para contemporizar, un suspiro para cambiar el aire y el tren arranca lento como asomándose entre los paredones de los primeros tramos del recorrido, este paisaje de encerronas dura hasta el barrio de Caballito, luego cuando el tren toma cierta velocidad y toca la bocina con arrogancia de solvencia se empieza a vislumbrar un poco de horizonte.
Pasan algunas estaciones del trazado Once-Moreno hasta llegar a la primer parada, Haedo y esto me produce cierta inquietud porque sube más gente con sus bolsos e incomodidades a cuestas hasta que todo se acomoda nuevamente y el viaje torna en rutina que invita al sueño o la reflexión, siempre que no haya algún niño destemplado. Luego de Luján y a poco de andar, el verde toma por asalto al ojo, las primeras chacras aparecen con sus explotaciones, algunos animales y el olor fuerte de los hornos de ladrillos que son comunes en esta zona,  entonces es la clara señal que estamos entrando en la pampa, ya no hay moles de cemento a la vista, el sol allá lejos poniéndose al oeste, algún panadero flotando relajado por el aire del vagón y un ligero olor a tierra completan el escenario para un sueño ahora sí profundo.
Entre la polvareda se vislumbran siluetas que se recortan, están montados en briosos caballos, cuando se despeja la nube  puedo ver que son indios, son muchos y detienen su marcha mirando para donde estoy yo. Distingo una primera fila pero atrás veo más indios, mujeres y niños entre ellos.  Estoy parado, inmóvil,  veo por fin sus caras, son serios, duros, pero no encuentro maldad en ellos, me miran y no bajo la vista, creo que quieren decirme algo. El  que parece ser el cacique, se adelanta y alarga su lanza de manera que la punta me toca el pecho.
-         Eh!!! Despertate – me dice una voz que supongo conocida.
-         ¿Qué? – pregunto dormido aún.
-         Vamos al bar – me dice la voz que se corresponde con la del “Cholo”
Zapata.
-         Pero ¿Qué haces Cholo?  Me dormí profundamente, tuve un sueño.
-         Dale – me interrumpe - vamos a tomar algo al bar y nos ponemos al día.
-         Sí, claro, le digo- tratando de parecer lúcido y despierto.
Vamos transitando los vagones que forman el convoy hasta llegar al bar,  se suceden los saludos de conocidos de ambos y alguno que otro se suma en la caravana hacia el vagón comedor. Ya es de noche y el viaje se renueva y perdemos la noción de donde estamos. La charla se anima y es otro viaje ahora, chimentos del pueblo, algún chiste conocido pero igual festejado, el “Cholo” hace las veces de anfitrión del grupo heterogéneo pero con una disposición a pasar bien el rato. Lo que se toma es porrón de cerveza o el clásico café recalentado y dulzón que sirven en el tren. Después de Bragado las vías no están bien y entonces se sacude todo en el bar, parece un leve sismo inofensivo que ya forma parte del folclore de este viaje.
La locomotora atraviesa llanura y el pito suena insistentemente, estaremos llegando a alguna estación.
-         Uh. Ya estamos en Bayauca – dice el “Cholo”
-         Si, Mozo, cóbreme - dice un amigo del cholo
-         No, espera – decimos a coro
-         No, de ninguna manera – insiste- Pago yo.
-         Bueno, está bien, pero la próxima pago yo – decimos los demás simultáneamente.


Ahora volvemos a nuestros lugares despidiéndonos de los amigos prometiéndonos encuentros e intercambiando direcciones. Luego de ésta parada, quedan los pasajeros que descenderán en Lincoln. La ansiedad por llegar, aparece con fuerza y entonces agarro el equipaje y me acerco a la puerta, son pocos minutos hasta que el pito del tren nuevamente suena intermitente, ya estamos en el pueblo, pasamos por el Hotel Castilla, el primer edificio reconocible antes de frenar en la estación. Bajo y veo a lo lejos al “Cholo” y le hago una seña como diciendo “Te llamo” y encaro por la explanada que da a la calle Pueyrredón atestada de gente y saludos entre valijas y paquetes, Estoy cargado pero decido caminar para pensar en el sueño que fue muy breve pero intenso y real. ¿Qué fue ese sueño? ¿Qué me habrán querido decir? No lo sé. Un día voy a indagar en mi pueblo de la infancia, en Fortín El Triunfo. Los juegos en los médanos y el hallazgo de ciertos elementos que no le encontrábamos sentido por entonces. Quizás fue una señal. Algo me molesta, me llevo la mano al pecho y noto que la camisa tiene un pequeño agujero.  Ya es medianoche y camino las calles que conozco de memoria, otro viaje comienza.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Quién

Quién



Estoy encerrado en una estructura que no es mía, mis movimientos son torpes, no sé de qué evolución soy el resultado. Puedo pensar, soy muy pesado para ser pájaro. Tengo un vago recuerdo de la antigua civilización ¿Qué era antes? ¿Un hombre?
Los pájaros no pensaban ¿o sí? ¿Qué puedo hacer entonces?
¿Habrá alguien en algún lugar que sea como yo? ¿Hombre? ¿Pájaro?
No sé si puedo hablar, no sé si puedo volar. Veo perfectamente, pienso ¿existo?

Una cáscara me contenía hasta hace poco ¿Cuánto hace? ¿Cuánto tiempo? ¿Qué es el tiempo? ¿Quién soy?

Ed Pareta 11/11/2013

lunes, 15 de julio de 2013

Estaba todo por hacerse.... Gustavo Infantino / otros autores


Estaba todo por hacerse
(quiero decir)
Infancia
Madrugada
Fuego verde llamarada, digo
La escuela del Estadio Centenario
A la que fui
Hablo de los días
Y las noches, digo infancia, mis bronquitis
Vick vaporub
Invierno
Montevideo
Cielo del 69
Y el tablero loco
Máquina de escribir
De mi padre, tecleando imperturbable
A toda velocidad, serio, serio
Cigarrillos Nevada y grapa con limón
Salpicando hojas en blanco, buscando verdades a tientas
El tableteo, decía
En las calles
Polis y tupas, digo
El tableteo
Montevideo
Al arrullo de las bombas
Repasando la tabla del 9, digo
Y los muchachos de mirada clara, decía Viglietti
Increpándonos a las mañanas
Desde las tapas de los diarios
Zitarrosa y esa voz
Que venía a visitarnos
Y los Olima y los asados
Y el Che que aún no era póster
Sino un flaco más, como cualquiera
Pero más valiente, como debía ser
El hombre nuevo del que hablaban
Esos señores de bigote
Que venían a veces a casa
Con gesto grave y entrañable
Y llamaban hermano a mi viejo
Digo
Anoche mama estaba en la tele
Canal 5 Sodre
Teatro por TV
Que linda, vieja
Era más buena
Mi mama la actriz
Y los chistes y chocolatines
Cuando cobrabas (digo)
Montevideo – quiero decir
Infancia
Madrugada
Estaba todo

Por hacerse


Gustavo Infantino

THE AMERICANS - RITA SIMONI / Otros autores


THE AMERICANS:

Road Movie en blanco y negro.
Caminos sinuosos laterales siniestros.
American way of life? No.
El lado oscuro de la luna.
Bee bee bop.
Silencio.
Yanquis go home.
Cual home, diría Robert.
El auto es mi casa. Hoy.
Ellos miran con la mirada hacia ningún lado.
Multidudes del silencio.
Nobody knows the trouble I´ve seen.
Sacúdete la arena de tus zapatos.
En algún lado estás, estoy.
Detrás del árbol, sólo.

Rita Simoni / 2011./ Foto: Robert Frank (poéma inspirado en la obra del fotógrafo "The Americans")

jueves, 4 de julio de 2013

crónica coty diana

Cuando tengo que realizar un trámite en el centro de esta ciudad caótica pero maravillosa que es Buenos Aires, hago de cuenta que emprendo un viaje, tomo, por lo general, algún transporte público y esto me asegura, si consigo sentarme,  que puedo leer o pensar en alguna idea que me haga reír. La última idea que se me ocurrió, fue pensar que después de “la tropilla de la zurda” no quedaban más metáforas hasta que apareció una que dijo un cantante popular por estos días que merece ser contemplada, dijo algo así como… “yo siempre fui telonero, grupo soporte de mi pueblo”  vaya que frase.
El viaje en el 128 con destino a Almagro se me hizo más corto porque lo tome en plaza Italia y logré sentarme y seguir leyendo un libro que me regalo un compañero de trabajo que yo no lo habría elegido pero que me atrapo porque, como dice Franco, mi amigo escritor, si la historia está bien contada, vale la pena. En dicho libro…”La novena Revelación” se habla de los encuentros casuales que no lo son tanto y porque uno se encuentra con determinadas personas en determinados  momentos entre muchas otras cosas.
La cuestión es que, una vez en Almagro y luego de retirar un cheque en la entidad que me paga por mi trabajo me dirijo al banco, saco un número para cobrar y como había una cola importante, decido ir a un restaurante que está justo enfrente del banco para hacer tiempo comiendo alguna cosita y de paso ponerme al día con los humores desechables.
Pido el plato del día, no aclaran de que día, que resultó ser un pollo con papas españolas, me lo traen y apenas le entro, me di cuenta que no estaba muy rico pero como tenía hambre, seguí con las masticaciones que no son 33 por bocado como sugieren los que saben comer, en ese momento veo que llega alguien y ocupa la mesa haciendo diagonal con la mía, levanto la vista y veo que era alguien conocido, lo miro y me cae la ficha, es un cantautor argentino que no veía desde hace mucho tiempo, él se fue a España donde tiene éxito y también canta en Francia.
Me acerco y el me mira y luego de un momento me reconoce, entonces sobrevino  la charla típica de dos personas que hace mucho que no se ven, me cuenta que ahora está radicado acá pero que va y viene a España porque tiene a sus hijos allá, que canta en Paris, donde es difícil tocar y que te paguen, pero lo más importante que me contó, es que está haciendo un trabajo de investigación con la murga de Buenos Aires, su origen, sus influencias y que su espectáculo, tiene que ver también con algo didáctico en ese sentido, luego me contó una anécdota que es la que les quiero compartir  y que me preocupó un poco. En una gira que estaba haciendo por el interior tocó en un pueblo que prefiero no nombrar, en época de carnaval, luego del show, se le acerca el intendente de dicho pueblo y le dice…” che lo tuyo todo muy bien, pero hace falta que pongas un poco más de “carne” vos me entendés…”  a lo cual, mi amigo luego de salir de una súbita inmovilidad le dijo…no, pero esto es otra cosa, se trata de cultura popular. Esto es lo que me hizo pensar, cuan machistas e ignorantes son algunos gobernantes a los cuales les otorgamos graciosas facultades para decidir por nosotros.
Nos despedimos con mi amigo con un abrazo, previo intercambio de teléfonos y promesas de invitaciones mutuas y me fui caminando por la avenida Rivadavia inspiradora de canciones y fingiendo ser, aunque ella sabe que no es así, la más larga del mundo.

Humberto Estero - (invierno 2013)




lunes, 20 de mayo de 2013

El Hombre y su tuba - Humberto Estero (ficción)


El hombre y su tuba

El Hombre y su tuba. Humberto Estero  25/07/07


El reporte del mediodía fue tan claro como inapelable: “…todos deben abandonar sus hogares, El huracán “katrina” se ha reducido a tormenta tropical luego de pasar por Grand Isle, pero aun reviste peligrosidad y constituye una amenaza para la seguridad de bienes y personas..” fue lo último que el hombre negro escucho en su radio antes de abandonar la casa.
No era la primera vez que abandonaba una casa, después de todo, nunca tuvo una casa, miro sus pertenencias y no sin pena, eligió las cosas que se llevaría, esta vez era distinto, quizás lo perdería todo, miro por ultima vez su habitación y especialmente el póster de Charlie Parker que ocupaba casi toda la pared tras el espaldar de la cama, chapoteando fue al comedor y la elección lo deprimió sobremanera, dejó todo y tomó solamente la tuba y tal como estaba vestido salió a la calle y empezó a caminar.
Camino por las calles de Nueva Orleáns con su tuba modelo “margarita” rodeando su cuerpo cual sobretodo.
El icono dantesco de destrucción lo aportaban las tanquetas de la policía civil abordadas por hombres cuyo rictus “Hollywood” desentonaban con la angustia reinante, …por fin alguien se ocupa de nosotros pensó el hombre en medio de la desolación y el desastre de una ciudad ahora desconocida.
El hombre miraba incrédulo el paisaje mientras las aguas marrones sepultaban el sueño americano.
¿Hice bien en salvar solo la tuba?... Se preguntaba, porque no el televisor, el equipo de música, las fotos de momentos felices.
El primer impulso fue dirigirse al gimnasio que sirve de albergue para los evacuados pero una fuerza fundante y desconocida lo impulso a caminar sin rumbo, ya había perdido todo, que más le podía pasar? Se sintió seguro adentro de su tuba y esbozo una primera sonrisa al pensarse un caracol metálico.
Una vida nueva...¿porque no? Quizás podría dedicarse al fin a tocar su instrumento y pretender vivir de eso, ser músico como había soñado su padre, ser un jazzmen y revivir la historia de Storyville, sin sus tonos oscuros y degradantes.
Al fin de cuentas, ahora que no tiene nada, puede seguir su propio camino sin sumarse a ningún sueño trasnochado de barras y estrellas, miró por fin al piso y vislumbró aguas benditas.

viernes, 17 de mayo de 2013

La Foto que no fue


jueves, 16 de mayo de 2013

Noche sin Tiempo


Uno en el bolso

Uno en el bolso es la expresión de un compañero de trabajo, compañero de ruta de este trabajo maravilloso que es tocar música y andar peregrinando por pueblos y ciudades, con esta frase, se refería Miguel ( así se llama mi amigo) al momento en que subíamos al micro después del show, para ir a otro show o para volver a casa y la remataba con... lo demás, no existe,  era muy festejada y esperada esta frase por todos a manera de catarsis e inmediatamente se esperaba con igual interés la frase del Tano que escupía invariablemente su...los músicos somos mierda seca.
En este blog voy a escribir algunas anécdotas de ese peregrinar por las rutas argentinas y de países limítrofes, situaciones a menudo carentes de glamour pero no de magia, la magia cotidiana que significa cambiar por un momento la rutina de un pueblo y dejar algún momento de alegría. Tan sólo eso...y nada menos.