El Jazz en la prisión.
Ed Pareta
El jazz en la prisión
En un tiempo que no tiene correlato con
nuestro tiempo ni con nuestra
dimensión, se llevó a cabo la lectura de la sentencia de un juicio tan inocuo
como absurdo. El acusado
no era una persona: era un estilo de música, y el juicio tenía carácter
retrospectivo. Varias
personalidades fueron a escuchar el veredicto en
representación del
acusado, aunque no tenían la obligación de
hacerlo.
El juicio lo llevó adelante una
comisión de notables integrada por miembros de distintas religiones que en vida tuvieron relevancia en nuestra dimensión. Se abstuvieron de
participar los miembros de religiones politeístas.
El acusado era el jazz, como expresión
universal, material e inmaterial de la humanidad. La acusación se basaba en
supuestas transgresiones del código de ética y moral ciudadana.
En representación del jazz se
presentaron las siguientes personas: Louis Armstrong, que estaba aburrido y bajó al recinto; René Matheu, ex director de la Unesco, entidad que declaró Día internacional
del Jazz al 30 de abril; y Billie Holliday, que no pierde oportunidad para agradecerle a “Satchmo” que le salvó la
vida cuando ella era joven. Por
cortesía del “Cielo de los argentinos”, fue Carlos
Gardel para solidarizarse con los futuros condenados.
El encuentro entre Carlitos y Louis fue
para alquilar ingrávidos balcones.
–Un gusto conocerlo –le dijo el
trompetista al Zorzal.
–El gusto es mío –Gardel saludó con la
sonrisa de coté que lo caracteriza, mientras se acomodaba el sombrero.
–¿Sabía, Mr. Carlos, que yo grabé “El
Choclo”?
–¡Claro, hombre, y me gusta mucho la
versión!
–Es que las músicas populares tienen
mucho en común –Armstrong sonrió con todos los dientes.
–Don Louis,
usted tocó en Buenos Aires en 1957.
–Claro, ¡cómo olvidarlo! Pero usted en
ese año ya…
–Acá uno se entera de todo –dijo el
Zorzal, con porteña contundencia.
–Fue una experiencia inolvidable –nostálgico,
Satchmo perdió su mirada en una nube–. La gente se me tiraba encima, no me
podía bajar del avión. Fue una locura.
–El público argentino es uno de los más
cálidos, pero también es muy exigente –remarcó Gardel.
El comité acusador en el juicio al
jazz, denominado C.E.R.D.O.S (Comisión Eterna de Regulación del Orden y la
Sanación) estuvo formado por seis numerarios vestidos con una túnica de color
blanco Túnez y pelucas blancas y enruladas. El recinto era blanco, color que
fue elegido para simbolizar la pureza de la justicia. Los muebles
eran efímeros y estaban delineados por gases inocuos.
–¿Le conté, Mr. Carlos, que terminamos
en una comisaría?
–No, ¿cómo fue eso?
–Resulta que me invitaron a almorzar en
una casa de familia y en la sobremesa nos pusimos a tocar. Un vecino hizo una
denuncia por ruidos molestos, vino la policía y nos llevaron a la seccional. Después,
hasta los policías me pedían autógrafos.
–Gente molesta hay en todos lados, don
Louis.
Armstrong le confesó a
Carlitos que había seguido con interés toda su carrera artística, y enseguida
le pidió al Zorzal que le contara la historia de su encuentro con Piazzolla. “Ah,
eso estuvo fenómeno –se entusiasmó Gardel–. Resulta que el papá de Piazzolla
era conocido de mi arreglador y me quiso homenajear con una pequeña talla
de madera hecha por él, y lo mandó al pibe a entregarla. Fue mi guía y traductor por unos días en Nueva York; luego, hizo un papel
chiquito en la película “El día que me quieras”. ¡Quién iba a pensar que Astor se
convertiría en un músico de trascendencia internacional!”.
–¡Qué historia alucinante! –Armstrong
se quedó un instante en silencio, fascinado.
–Yo escucho todo a través de Skytify: a Usted, a Piazzolla, a Troilo –enumeró Carlitos contando
con los dedos de la mano.
–
¿Le conté Mr. Carlos
que a Troilo lo conocí cuando toqué en el Opera? - dijo Louis con entusiasmo renovado.
– ¿En serio? ¿Cómo fue eso? – respondió Carlitos sorprendido.
–Sí, nos dimos un abrazo como si nos conociéramos de toda la vida.
–Es un fuera de serie el gordo, yo lo veo a veces en “el cielo de los
argentinos”
– ¿Cuál es el cielo de los argentinos?
–Ah, es algo muy interesante, después skyleelo.
–Totalmente, el tiempo es lo que sobra acá – dijo Satchmo moviendo los
tres dedos de su mano derecha como si tocara una trompeta virtual.
–¡Sí, señor!
Cuando Billie y Louis se encontraron,
se dieron un abrazo eterno y comenzaron a contar anécdotas y a reírse en forma
escandalosa. René Matheu también se reía, pero mantenía el recato que le imponía su
investidura en las Naciones Unidas. Como era de esperar, los representantes del jazz fueron
llamados al orden, lo cual produjo más hilaridad.
–Estos payasos están por leer la
condena, yo vine para divertirme un rato.
–Sí, claro.
¿A quién se le ocurre hacer algo semejante?
Yo vine porque quise conocerlos personalmente, a Usted y a Billie – Dijo el zorzal contento
con su decisión de haber venido.
–Bueno, qué honor, Carlitos, yo no sabía que Usted vendría. Fue una agradable sorpresa.
Se dieron un largo y sentido abrazo
mientras apareció una persona entogada y con voz de circunstancia dijo:
“Señoras y señores. A continuación, será leído el fallo del superior tribunal de los Cerdos,
quienes velan por el buen gusto y las buenas
costumbres, en esta y en todas las dimensiones donde reina el supremo dios que las respectivas órdenes religiosas crearon para transitar
y perdurar en la luz, y no caer en las desviaciones de la oscuridad del alma
humana. Será este un veredicto simbólico que no prevé un cumplimiento efectivo
por persona vaporosa alguna. El mismo establecerá las bases para un futuro
entendimiento de la humanidad, sobre principios sanos y virtuosos de aquí a la eternidad”.
El juez principal golpeó un martillo de
humo símil madera sobre una base gaseosa constituida
por flatulencias, lo cual le daba al estrado mayor densidad para que el golpe fuera contundente.
“Este tribunal, integrado por
representantes de diversas creencias monoteístas, se constituyó para juzgar al
jazz por los delitos que se detallan a continuación, a saber: Exceso de
libertad; Asociación
ilícita; prácticas
explícitas de integración racial; Apología del sexo libre; Uso y abuso de la creatividad, uso y abuso de la
improvisación. Los delitos antes mencionados; están contemplados en los
artículos 3540 a 3544. En consecuencia y
por lo argumentado, se condena al jazz a la
pena de silencio reparador y contemplativo por el resto de los tiempos.
Archívese y comuníquese, y establézcase como jurisprudencia.
Los miembros del tribunal se levantaron
sacudiendo papeles virtuales y se fueron mutis por el foro. Los acusados
explotaron en una carcajada homérica e hicieron cortes de manga y sendos fuck you.
Billy improvisó un scat sobre la
armonía de New Orleans. Louis y Carlos la acompañaron con palmas.
–Don Carlos, en el cielo de los
argentinos, ¿hay hierba? – preguntó el
trompetista llevándose los dedos pulgar e índice a su amplia boca
–Somos fabricantes
– Respondió Carlitos con una sonrisa pícara
–Me voy a dar una vuelta, entonces.
–Venga cuando quiera, le voy a
presentar a Fontanarrosa. A usted le va a encantar: es el inventor del “Cielo de los argentinos”.
–Hecho.
Se fueron cada uno por su lado, confirmando lo que en otra dimensión había afirmado Frank Zappa: “Los
científicos argumentan que, debido a su abundancia, el hidrógeno es el bloque
básico con el cual el universo está constituido. Estoy en desacuerdo. Pienso
que hay mucha más estupidez que hidrógeno”
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