Pesos pesados.
Ed pareta 2/11/2018
Me imagino ese lunes 7 de diciembre de 1970 a la noche en la
cocina de mi casa, vísperas de feriado en la ciudad de Lincoln, María
inmaculada es la patrona de la iglesia principal y por lo tanto, el 8 son las
fiestas patronales, además es el día que se arma el arbolito y es el comienzo
oficial de lo que se denomina “espíritu navideño” o sea, esa etapa del año
donde muchos olvidan los rencores y se vuelven “buenos”, al menos, es lo que yo
creía por entonces. Mi vieja posiblemente cocinó pizzas, una de mozzarella y
otra de anchoas, esas que te dan mucha sed al rato de ingerirlas, todo ese
contexto, era semejante a un sábado, como si esto fuera poco, había box, dato
sabático inconfundible y no era cualquier pelea, era “La pelea del siglo” por
lo menos, así se vivía en Argentina, se enfrentaban en el Madison Square Garden
de Nueva York dos pesos pesados. Mohamed Alí y Ringo Bonavena.
El cuadro era así: el
sonido de la radio con el inconfundible relato de Osvaldo Caffarelli y algunos
ruidos incidentales propios de una cena, ruido de cubiertos, de vasos
llenándose con el vino de mesa y el consabido chorro de soda, el ruido que
producía mi vieja al “espiar” el horno para ver si la otra pizza estaba lista,
comentarios de mis hermanos con alguna orden doméstica y nada más, mi viejo no
aparentaba mucho interés pero cada tanto lanzaba un comentario: “Allá tenés que
ganar por nocaut si no te roban la pelea”. Caffarelli se empeñaba en llamarlo
Cassius Clay cuando lo nombraba a Alí, lo mismo hizo Ringo para provocarlo en el pesaje, en un bizarro contrapunto le
repetía Clay!!! Clay!!! Clay!!! Y Alí le respondía Mohamed Alí!!! Mohamed
Alí!!! Mohamed Alí!!!. Luego de ganarle a Sonny Liston en 1964 Cassius Clay
adoptó la religión musulmana y cambió su nombre a Mohamed Ali. Este cambió
generaba resistencia porque no era solamente un enroque onomástico, era una
toma de posición, cambiar el nombre de los apropiadores de sus ancestros por un
nombre elegido por él.
Yo hinchaba por “Ringo” como todos en casa, se me ocurre que
porque era “nuestro” y era el “bueno” también llamado “la esperanza blanca”
porque salvo el alemán Karl Mildenberger y el, no había muchos blancos en la
categoría pesados. El contrincante era “el malo” y el “extranjero”.
El pesaje de los boxeadores es una especie de mise en scene montado para generar
interés en el público donde los contrincantes muestran su “cara de malo” y
dicen cosas ofensivas para con el otro, Ringo lo hizo enojar a Ali al decirle “Chicken” o “Acá hay olor a negro” pero
también lo hizo reír con sus ocurrencias al punto que Ali tuvo que retirarse
conteniendo la risa, no estaba en los planes reírse en ese contexto. Lo de
“gallina” se lo dijo por el hecho de haber desertado del ejército de EEUU
cuando fue convocado para la guerra de Vietnam, hecho que le costó a Ali
procesos judiciales y el retiro de su habilitación como boxeador.
Volviendo al sonido de mi casa, además de las tìpicas frases: “pásame el vino”
“córtame otra porción” lo que se escuchaba eran interjecciones conforme pasaban
los rounds y los “uppercuts” de derecha o los “Jab” de ambos boxeadores,
entonces se escuchaba: “Ughhhh” “Ufsssss” “Ahhhhh” para luego hacer silencio y
seguir el desarrollo de la pelea, la misma duró quince rounds a pesar de las
expectativas de un nocaut prematuro pronosticado por ambos, como sentenció mi
viejo, Ali ganó por puntos a pesar de que
Ringo hizo una muy buena pelea, seguramente en casa se vivió como una decepción
rayana en la tristeza con algún comentario acerca de una injusticia en los fallos, “Por lo menos, tendrían que
darle un empate” comentó mi viejo resignado. Mirado a la distancia, no fue así, Ali ganó bien. Luego del final,
Ringo le susurró al oído a Alí : “No
creas lo que te dije antes, lo hice solamente para calentar el ambiente”.
También a la distancia “El malo” se transformó en “el bueno” porque reconozco
en ese hombre la valentía de plantarse y no ir a pelear a una guerra con gente
que no le había hecho nada malo a él, en otras palabras, ese fue el argumento
de su decisión que le valió muchos dolores de cabeza. El “bueno” no se
transformó necesariamente en “malo” me quedo con la imagen del Ringo ocurrente,
divertido, un niño encerrado en un cuerpo grande, como lo definían algunos o el
mismo que en el año 1974 recorrió varios países portando una remera con la
inscripción “The Malvinas are Argentina´s” y desecho a ese Ringo racista y
fanfarrón.
Se me ocurre que estos dos tipos, así como Juan López y John
Ward, podrían haber sido amigos pero les tocó en suerte enfrentarse en un ring
para satisfacer sus propias ambiciones de gloria, las ambiciones comerciales de
unos pocos y el morbo proyectado de millones de personas.
Hay una teoría que dice que los sonidos no se pierden y
quedan “boyando” en el espacio, yo tengo guardados los sonidos de esa noche
vísperas de feriado escuchando la transmisión de la “pelea del siglo” en la
cocina de mi casa con mi familia.
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